Por
  • David Serrano-Dolader

Ascensores (IF)

Fotografía de archivo de un ascensor
Ascensores (IF)
Pixabay

Hace un par de semanas (y no es infrecuente), uno de los dos ascensores del edifico de Interfacultades de la Universidad de Zaragoza estaba estropeado. 

En el indicador luminoso de la planta baja solo podía leerse ‘IF’, que mi alucinación me llevó a interpretar como el condicional inglés: ‘Si…’. ¡Me habían hecho mi próxima columna periodística (o casi)!

Si la guerra sigue… la muerte, el caos, la huida, el empobrecimiento y la barbarie triunfarán.

Si la economía no alza el vuelo… el futuro de nuestros hijos se torna (más) gris, complejo, desesperanzador y cabalístico.

Si los sinvergüenzas siguen triunfando… los comisionistas continuarán con sopera de plata y las gentes honradas, con tenedor de madera.

Si cualquier obra pública se sigue viendo como posibilidad de refulgente pelotazo… los palacios se tornarán en perreras y las letrinas, en lujosos castillos para guerrear hasta por el último euro.

Si las justas reivindicaciones son desatendidas… la clase política seguirá rodando por el profundo pozo del descrédito, la lujuria y el desempoderamiento.

Si el decrecimiento sigue llamándose crecimiento (negativo)… las palabras se rebelarán contra los hablantes para reivindicar que tienen un significado no truculento, no descuajeringable, no cancelable.

¿Chocolate de serrín, almohada de hierro, algodones de esparto, pintalabios de carbón, libro sin palabras, vacío con plenitud? Si sí… ¡pues no! Como diría el loco: ascensor que baja, esconde mentira maja; ascensor que sube, no alcanza la nube.

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