Acoso escolar
Al celebrarse hoy el Día Internacional contra el Acoso Escolar, hay que constatar que es una lacra que perdura y que, incluso, ve aumentar la gravedad de los casos por el creciente ciberacoso. Según el informe PISA de 2018, el 17% de los estudiantes españoles es víctima de este tipo de agresividad en alguna ocasión al mes. La violencia, física y psíquica, en el seno de los colegios es una realidad, e intentar ignorarla, ocultarla o minimizarla no es la solución. Solo asumiendo que algunos menores son objeto de vejaciones y palizas por parte de sus propios compañeros será posible poner freno a un fenómeno que debería preocupar a toda la sociedad.
En Aragón, la Consejería de Educación ha detectado en lo que va de curso ocho posibles casos de acoso escolar en las aulas, tres menos que el año pasado por estas fechas. Sin embargo, ha crecido el número de peticiones de información y apoyo al teléfono que la DGA puso en marcha en 2016, un servicio que se presta los 365 días del año: han pasado de 73 a 107 llamadas. Además, las asociaciones de familias afectadas alertan de que los datos solo reflejan una «mínima parte de la realidad». A pesar de los esfuerzos de la Administración y los centros educativos, el problema persiste e incluso puede incrementarse porque el ciberacoso ha cobrado una dimensión peligrosa al extenderse fuera de las clases y en horario extraescolar.
Luchar contra el acoso escolar es una tarea conjunta de padres y profesores. El proceso de aprendizaje y de socialización de los alumnos se debe desarrollar conjuntamente en dos ámbitos irrenunciables: el hogar y la escuela. De poco sirve aplicar una pedagógica disciplina en un entorno si en el otro domina la dejadez. Tan necesario como reforzar esta cultura de la educación compartida es adoptar medidas preventivas y actualizar permanentemente los protocolos de actuación en los centros escolares.
