Por
  • Manuel de Miguel

Niños en el restaurante

Niños en el restaurante
Niños en el restaurante
Pixabay

Comida de domingo. En la mesa de al lado tres niños. 

Si no los vieras, ni te enteras de que están. En la situada un poco más allá, dos chillando y corriendo por todo el salón desde que entraron, y cogen una bolsa llena de juguetes pequeños que desparraman por el suelo entre las mesas, con evidente peligro de caídas para clientes y camareros. Sus padres aparentan poseer la habilidad de ser los únicos que no les escuchan ni notan el malestar general.

El periodista deportivo Rodrigo Faez escribió un tuit quejándose de algo similar, "Tras 23.008 alaridos me da por girar la cabeza en plan ‘oye, vale ya’. La madre responde a la mirada: ‘Es un bebé’. Recordad: el resto no tenemos por qué aguantar a vuestros niños". Explotaron en su perfil más de 2.000 comentarios con posturas radicales de un lado y de otro. "Nunca me habían insultado tanto", se asustaba Rodrigo.

Asunto peliagudo, sin duda. Hay quien se queja de "la creciente niñofobia" y denuncia que cuando entra con sus hijos en un restaurante percibe las miradas de odio. Pero ahora recuerdo a un niño ‘armado’ con una baqueta aporreando sin pausa un terrorífico tambor o la mesa metálica, donde todavía producía un ruido más desagradable. El bar se vació. En el último grupo en abandonarlo, una señora de unos 60 años les dice educadamente que deberían controlar al pequeño. La contestación del padre no fue la que esperan. Le soltó: "Váyase al asilo".

Por supuesto, otros se incomodan al notar que sus hijos molestan, incluso acaban marchándose del local, si su hijo tiene el día imposible. Cada vez son más numerosos los hoteles o restaurantes ‘sólo para adultos’, aunque los juristas creen dudoso su encaje legal. Algunos novios indican en la invitación de su boda, que no asistan niños. Un bar de Murcia colocó este cartel en la puerta, "AVISO. Todo niño que esté sin control paterno/materno y molestando a otros clientes, será tomado como esclavo por los empleados de este establecimiento". Pienso que todo sería fácil con sentido común, comprensión y respeto, pero no insisto mucho. No quiero enfrentarme a la mitad de la humanidad.

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