El Gobierno ha sacado adelante el decreto de medidas urgentes para mitigar las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania gracias al apoyo decisivo de EH Bildu. Pedro Sánchez se ha quedado sin el interesado respaldo de los independentistas de ERC y vuelve a demostrar su incapacidad para forjar mayorías estables aun en temas tan sensibles para los ciudadanos, que ya se benefician de esas medidas y que las hubieran perdido en caso de rechazo en el Parlamento. Al final, le ha salvado una formación de ignominioso pasado y que aspira a destruir el Estado desde su interior. La impericia del presidente del Gobierno y el tacticismo de los partidos han puesto en peligro la convalidación de un decreto que protege a las familias y empresas más vulnerables. 

El Congreso de los diputados ha vuelto a ser testigo de una mañana aciaga en la que varios de los partidos protagonistas de la vida política española han hecho un reprobable ejercicio de irresponsabilidad. Para empezar, los que forman el Gobierno, por no haber sabido construir una sólida mayoría con la que lanzar un mensaje de resiliencia a la sociedad española en estos momentos. El PSOE ha perdido una gran ocasión para inaugurar una etapa de colaboración en asuntos de Estado con el nuevo PP de Núñez Feijóo; incomprensiblemente ha preferido agarrarse al partido de los herederos de ETA. A cambio, los abertzales (y los independentistas) consiguen entrar en la comisión de secretos oficiales. En cuanto a Esquerra Republicana de Cataluña, ha vuelto a dejar claro que traicionará a todo aquel, sea aliado o contrincante, que se oponga a sus objetivos secesionistas.

Los partidos deben reflexionar: el cálculo electoralista es legítimo, pero en esta ocasión se trueca en una contradictoria obstrucción a las últimas medidas económicas aprobadas para luchar contra la crisis.