Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

¡Qué escándalo, aquí se espía!

¡Qué escándalo, aquí se espía!
¡Qué escándalo, aquí se espía!
Pixabay

Al observar a los círculos independentistas de Cataluña poner el grito en el cielo ante el resucitado ‘caso Pegasus’ resuenan las cínicas palabras del capitán Renault en la película ‘Casablanca’: "¡Qué escándalo! ¡He descubierto que aquí se juega!". 

Pareciera que Pere Aragonès exclamara: ¡Qué escándalo! ¡He descubierto que aquí se espía!

Cada uno con sus recursos, todos los gobiernos del mundo espían. Ya en 1999 se denunció en el Europarlamento que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense había desarrollado la red de espionaje Echelon, capaz de interceptar las llamadas telefónicas y las comunicaciones por internet en todo el planeta. Desde entonces, los pinchazos de móviles se han multiplicado.

Quien tiene poder intenta espiar a sus enemigos y también a sus aliados. Lo dice Smiley, el carismático personaje que John Le Carré: "El espionaje es eterno. Si los gobiernos pudieran prescindir de él, no lo harían. Lo adoran". De hecho, son conocidas las relaciones de los independentistas con los servicios secretos rusos en la pasada década para aprovecharse del ciberespionaje de Putin. Además, las denuncias de escuchas a quienes protagonizaron el golpe de 2017 ya saltaron hace dos años. Reaccionan ahora en público para volver a chantajear a Sánchez.

Está claro que es imprescindible un control democrático sobre las entidades que pueden espiar a los ciudadanos: solo una orden judicial debe permitir la invasión de la privacidad. Ahora bien, que los independentistas no nos hagan comulgar con ruedas de molino a estas alturas. 

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