Vasallos digitales

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Vasallos digitales
POL

Menos mal que encontré a María! No sé su apellido. 

Solo su nombre. Y lo sé porque se lo pregunté a la segunda. Amable, eficaz, atenta, un verdadero ejemplo de funcionaria al otro lado de una ventanilla. Ella fue por dos veces la solución de carne y hueso que me rescató de la ‘tiranía digital’ a la que nos está llevando esta ‘transición digital’.

Dos días seguidos, a la misma hora, me presenté en el mismo registro y me atendió la misma persona. ¡Sin cita previa! Sin tener que llamar por teléfono a nadie ni navegar en una web para reservar una hora. Eso sí, derrotado, frustrado y con bastante rabia. Por fortuna, encontré a una persona que resolvió algo tan necesario como relacionarse con la Administración del Estado en una de sus versiones. ¡Un agobio con trámites y plazos urgentes! Y más si las herramientas tecnológicas establecidas no funcionan!

Hacer gestiones con la Administración a través de internet puede ser un calvario;
y muchas veces es el único canal que se le ofrece al ciudadano

La aventura ‘digital’ comenzó con una comunicación administrativa indicando que debíamos actualizar unos datos… o si no, sanción. En la carta recibida por correo postal se indicaba el procedimiento. Estaba redactado de manera confusa y poco clara, indicando dos alternativas, ambas telemáticas: o bien uno mismo o bien contratando los servicios profesionales correspondientes. No daban opción presencial. La gestión ha de ser digital. Comienza por escanear un código QR para obtener el enlace de acceso por navegador. Ahí aparece el primer escollo. Se necesita un teléfono móvil o una tablet para leer el dichoso QR. ¿Y si no se dispone del aparatito como es mi caso? No se ofrece alternativa. Aunque no lo pone explícitamente, parece que digan ¡búsquese la vida y cómprese un móvil!... y con cámara.

Por fortuna, una compañera experta en estos trámites me ayudó a salir del atolladero. Pero no terminó ahí. Después, intercambio de correos electrónicos completamente anónimos sin el menor trato humano, archivo adjunto inexistente, un enlace que no funciona y ninguna opción para solicitar ayuda. Eso sí, unos cuantos días después, una catarata de cartas con las correspondientes providencias de apremio, sin mediar aviso, sin la más mínima consideración. No sigo con los detalles porque son para aburrir. Tras llamar ‘n-veces’, conseguí hablar con un funcionario que me atendió por teléfono, con cierta amabilidad, pero transmitiendo hartazgo de estar al otro lado. Por lo que contó, con medios limitados, sobrecargados, etcétera. No quiero abundar más en la experiencia personal, pero sí en la frase de María: "No sabe Ud. la cantidad de personas que atendemos en esta ventanilla que vienen desesperadas porque o no consiguen cita previa o no pueden hacer las gestiones de forma telemática". Si eso es así, algo no va. De hecho, la Administración electrónica tiene mucho que mejorar en casi todo. Sólo funciona bien para cobrar. Cuando quieren recaudar lo ponen fácil y clarito. Lo demás, va por barrios.

Nos están
convirtiendo en ‘vasallos digitales’ y eso no es aceptable

No quiero imaginar los daños colaterales que puede causar, por ejemplo, la ‘Estrategia de Salud Digital del Sistema Nacional de Salud’. Si sucede como con la Tesorería General de la Seguridad Social o como con las prestaciones por discapacidad, será un horror. La sede electrónica no está pensada para facilitar las gestiones. De hecho, para solucionar problemas de firma se deja un manual en PDF de 36 páginas y ¡espabílese Ud.! No hay mediadores ni facilitadores digitales. No han pensado en la ciudadanía, nos han convertido en ‘vasallos digitales’. Y eso no es tolerable.

No tenemos por qué estar al servicio de unas administraciones cuando ha de ser lo contrario. Ni tampoco se nos puede pedir que dominemos aplicaciones o lenguajes específicos, ni configurar Java, ni modificar las preferencias del sistema operativo, ni comprar el ‘hardware’ o ‘software’ que las administraciones han decidido imponer, ni que se nos obligue a usar un móvil. Tal como están muchos procedimientos de la Administración electrónica resulta hiriente leer en la web de la Comisión Europea que "está trabajando en una transformación digital que redundará en beneficio de todos". Pura propaganda que, lejos de facilitarnos la vida, nos la está complicando más de lo debido. Así no vamos bien. Esto no es un transición digital justa.

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