Por
  • David Serrano-Dolader

Josemi

José Miguel Franco, quien fuera jefe de Urgencias del Miguel Servet de Zaragoza.
Josemi.
SEMES

En este país se acusa a todos los fontaneros de cobrar más que los ministros; a todos los docentes, de ser una pandilla de vagos quejicas; a todos los médicos, de pasar consulta como quien acarrea ovejas. 

Negras (ovejas, me refiero), las hay en todas partes, pero hacer pagar a santos por pecadores es inaceptable. Valga de muestra un botón…

Defensa de la sanidad, espíritu de trabajo, simpatía, modestia y, sobre todo, una tremenda humanidad en el trato con el paciente. La palabra justa, el consuelo preciso, el consejo sincero: "…si fuera mi padre, yo…". Dejar de ver el partido de su hijo para ir a visitar a un paciente que salía ya del hospital, llegar tarde al espectáculo de ballet de la chica por revisar las últimas pruebas de ese señor de 85 años, no dedicar a la peque todo el tiempo del mundo por tener que organizar las urgencias. Casado con dos amores: con Virginia y con la medicina. ¿Entienden ahora lo de que no paguen santos por pecadores? Curar a muchos, pero no poder curarse a sí mismo. Consolar a las familias, pero haber dejado en el más profundo desconsuelo a la propia.

Tenía 63 años, la enfermedad lo arrasó en unos días. La muerte de los justos es injusticia: individual, familiar, colectiva, y sin marcha atrás. El día 15 de marzo a Josemi Franco no le dieron a elegir. Pierde la sanidad, pierde su familia, perdemos cada uno de nosotros. Descanse en paz, y pensemos todo lo bueno que a todos nos deja.

Como diría el loco: el ruido no hace bien, el bien no hace ruido.

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