Director de HERALDO DE ARAGÓN

Sin epílogo

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POL

Los países productores de crudo están convencidos de que las restricciones impuestas al petróleo ruso por la guerra en Ucrania quedarán reequilibradas en unos meses. 

Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), esta invasión, que Europa ha interpretado como una crisis de "seguridad energética", "puede provocar cambios duraderos en los mercados energéticos" anticipando una transición que se descubría más lejana. Sin especial relación con la gran crisis del 73, cuando fueron los productores árabes los que alteraron el precio del barril en forma de sanciones hacia los países que respaldaron a Israel en la guerra de Yom Kipur, en esta ocasión existen fuentes de energía alternativas y una evidente capacidad regulatoria por parte de la Unión Europea, incluida España, para poder actuar sobre el alza de los carburantes.

La huelga del transporte, además de un problema de suministros, pone en riesgo la sostenibilidad de muchas empresas

Para el sector del transporte la actual situación solo puede calificarse como desastrosa. Duramente afectado, la subida de los carburantes se ha convertido en la última vuelta de tuerca de una realidad económica que está forzando a otras empresas a plantearse la continuidad de su actividad. Al aumento del coste de la energía y de las materias primas se suma la huelga del transporte, que resume la dramática evidencia que implica conceder mayor rentabilidad al hecho de no levantar la persiana. Los barcos dejan de faenar por el precio del gasóleo y los camioneros se niegan a recoger una mercancía que no sale a cuenta transportar. Toda una perversión del modelo económico.

Más allá de la guerra en Ucrania o de los mecanismos por los que se activan los mercados, especulación incluida, la economía española, con unos márgenes industriales que muestran una severa intolerancia a la adversidad, se está viendo afectada por la falta de una respuesta inmediata del Gobierno para corregir esta escalada de la gasolina. Mientras en otros países europeos la reacción se ha demostrado mucho más ágil, el Ejecutivo de Pedro Sánchez apuesta por esperar hasta el próximo Consejo de Ministros del día 29, alimentando todo tipo de especulaciones, para anunciar una rebaja impositiva. El presidente, que con carácter previo quiere sondear a los partidos y a los agentes sociales, confirma una severa ausencia de sensibilidad cuando retrasa unas medidas que deberían ser urgentes. Dudan los transportistas y las empresas de su capacidad de resistencia, de si podrán soportar un precio de los carburantes y una huelga que puede terminar por asfixiarles, al tiempo que se interrogan sobre la carga impositiva que soporta el combustible.

Esperar hasta el día 29 para conocer las medidas del Gobierno que corregirán a la baja el precio de los combustibles resulta exagerado

En la economía clásica, según explicaba Adam Smith en ‘La riqueza de la naciones’, la proporcionalidad en la renta es uno de los factores que deben acompañar siempre el pago de impuestos. Con dudas sobre si el IVA y el impuesto sobre los hidrocarburos cumplen hoy con la máxima descrita por Smith, lo que se reclama a cualquier gobierno es su capacidad para generar certidumbres, para garantizar la imprescindible seguridad que requiere la actividad económica.

No vivimos un momento sencillo y, según explican los expertos, la resistencia de la administración Sánchez se sostiene en la comprometida deuda país que arrastra España, pero no atender a la economía real implica dañar un tejido productivo que no está para demasiadas alegrías. La crisis del actual modelo energético es un capítulo más de la postpandemia, una consecuencia directa, ahora incrementada por el conflicto en Ucrania, que no tiene aspecto de epílogo. 

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