La batalla del relato: Ucrania

La batalla del relato: Ucrania
La batalla del relato: Ucrania
Krisis'22

Estamos en guerra y la mentira y la verdad circulan una y otra vez. 

Ucrania no es un país, los ucranianos no son un pueblo y los habitantes de Kiev, Járkov y Leópolis desean que Moscú los gobierne y solo existe como Estado independiente por los "errores históricos" de la URSS. Así se lo contó Putin al pueblo ruso en su mensaje televisado. Alegó la construcción de una gran Rusia. No es nuevo este relato pues responde a una mitología imperial, apoyada en la Iglesia Ortodoxa. Una visión ideal de lo bien que le ha ido a Rusia cuando las tres naciones eslavas –con Bielorrusia– han ido juntas. Y debe de intervenir ante una falsa Ucrania, una Ucrania nazi, un genocidio que se está cometiendo contra la población de etnia rusa, etcétera.

El uso de la palabra "nazi" revela parte de una estrategia para justificar cualquier atrocidad. Si conocemos la historia de Ucrania sabemos que el 29 de septiembre de 1941, las tropas nazis convocaron a los judíos de Kiev –la mayoría mujeres, niños y ancianos, pues los hombres estaban en el frente– y les pidieron que se presentaran con sus posesiones allí, como si los fueran a mandar a otro lugar. Cuando llegaron, les robaron, los desnudaron y los acribillaron en grupos. Es la masacre de Babi Yar que se recuerda como el primer intento de aniquilar a toda la comunidad judía de un gran centro urbano en toda Europa.

La guerra es vista por muchos ucranianos como una batalla por su historia
y contra aquella que les ha sido impuesta

La idea de un salvador que viene a ayudarte, la idea de que hay minorías en peligro, creo que es la continuación del relato de la Segunda Guerra Mundial que retrata a la Unión Soviética como la vencedora. Putin está utilizando ahora esa idea de luchar contra el fascismo y no contra Ucrania. Son justificaciones que ya conocemos, similares a las que marcaron la estrategia nazi en 1938 en Múnich y las esperanzas de Slobodan Milosevic a propósito de una Gran Serbia.

No es la primera vez que Rusia ha emprendido acciones militares en los territorios que quiere ocupar ahora. En septiembre de 1914 tomó la ciudad de Leópolis y obligó a decenas de miles de habitantes a huir hacia el oeste. La Unión Soviética volvió a por otra tajada en septiembre de 1939, y de nuevo en el verano de 1944, y en esa ocasión se hizo con el control de la ciudad y lo conservó hasta que Ucrania obtuvo la independencia, en 1991. Pensar en Ucrania es pensar en su historia. Ucrania es una nación con más de mil años de historia y Kiev ya era una gran metrópolis cuando Moscú ni siquiera era un pueblo.

Parece que la guerra de Putin es una guerra por la historia. Por edad y generación, Putin ha sido educado en la visión soviética de la historia, por eso nunca ha reconocido realmente la independencia de Ucrania. Ya en 2008, parece que le manifestó al presidente estadounidense George Bush que Ucrania "no era un verdadero país", sino una parte histórica de la gran Rusia, una zona fronteriza que protegía el corazón de Moscú de Occidente.

Putin ha logrado que a partir
de ahora, la nación ucraniana se defina a sí misma en oposición a Rusia

El pueblo ucraniano está resistiendo con todo su corazón, ganándose la admiración del mundo entero. La guerra es vista por muchos como una batalla final por su historia y contra aquella que les ha sido impuesta. Putin los ha convertido en enemigos y logrado que a partir de ahora, la nación ucraniana se defina a sí misma en oposición a Rusia. Las naciones se construyen, en última instancia, sobre la base de historias. Es el material con el que se funden, que vale más que los tanques pues su valentía otorga determinación no solo a los ucranianos, sino a todo el mundo. Los últimos días han demostrado al mundo entero que Ucrania es un país real, que los ucranianos son un pueblo real y que definitivamente no quieren vivir bajo un nuevo imperio ruso.

La principal pregunta que permanece abierta es cuánto tiempo tardará este mensaje en penetrar en los gruesos muros. Nuestros ojos están llenos de dolor cuando vemos que la violencia no es un conflicto solo entre combatientes. Las mujeres y los niños son las grandes víctimas, donde los desplazamientos de población masivos crean unos problemas humanos, económicos y de seguridad internacional impresionantes. Como nos enseñó John H. Elliot, recientemente fallecido, la historia sirve para comprender el pasado, no para utilizarla como arma arrojadiza con el objetivo de hacer política en el presente. Pensar en Ucrania es pensar en democracia, pensar en libertad y pensar en su Historia.

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