Dos años

Desde hoy la mascarilla deja de ser obligatoria en exteriores.
Dos años
Cézaro de Luca / Europa Pressis

Bajando por la escalera de mi casa vi una moneda de cobre en el borde del mamperlán.

Pasé de largo, no iba a molestarme por cinco céntimos. Enseguida recapacité. Me acordé del consejo de una amiga: la fortuna te sonreirá si recoges cualquier moneda que veas en el suelo, no importa su valor. Necesitaba que la fortuna me sonriera. Arrastraba cierto desánimo por los terribles acontecimientos en Ucrania. Me ponía en la piel de una presentadora de telediarios que podía ponerse a llorar en directo mientras narraba los bombardeos. Se veía el brazo ensangrentado de una muerta con las uñas pintadas asomando por debajo de un plástico negro. Una maleta de ruedas permanecía intacta, de pie junto al cadáver, y la imagen me puso enferma.

Hace dos años, al principio de la pandemia, no sabíamos qué nos esperaba. Para mí la cosa ha sido peor de lo imaginado, porque la cosa todavía sigue ahí y el mundo se ha desquiciado.

Estos dos años se me han hecho larguísimos. El tiempo pre pandémico ya casi no lo recuerdo. Algunas mañanas, sin embargo, aún me sorprendo a punto de salir de casa sin mascarilla, como si de golpe hubiera olvidado este periodo ‘horribilis’ e interminable.

La moneda de cinco céntimos la puse con otras de su condición, en realidad no creía que significase nada, poco más que un gesto de esperanza en un futuro algo más luminoso. Me conformaba con que mis análisis de sangre dijeran que todo estaba bien en mi organismo. Lo más natural sería que esa moneda siguiera circulando y perdiéndose de vez en cuando.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión