No hay noticias de que ningún grupo inversor esté dispuesto a comprar la Unión Deportiva Casetas ni de que David Beckham se vaya a pasar por el campo de San Miguel para conocer las instalaciones y echar un vermú en el barrio; pero conociendo las penurias que pasan la mayoría de los equipos de fútbol españoles para sobrevivir, que el club haya alcanzado cien años de historia tiene su mérito. 

Casetas tiene el equipo más antiguo en activo del fútbol aragonés, que no es poca cosa, y unas instalaciones más decentes desde la reforma municipal de 2019. De la parte que no se logra solo con inversiones destaca por ejemplo su equipo femenino, con jugadoras destacadas en la selección aragonesa.

La memoria futbolera de los caseteros es amplia y se detecta en esos espacios discretos que se clavan en la rutina. Por ejemplo, mi abuelo Fernando, que perteneció a la directiva en esas ocupaciones en las que uno se mete a déficit de gloria pero superávit de cariño; y lo mismo le ocurrió al padre de mi tía Mariví. Luego, de forma más discreta, me recuerdo dando vueltas por la papelería El Bazar cuando era un crío. En la tienda de mi tío Goito nunca faltaba un cartel del próximo partido del Casetas en el cristal de la puerta. Lo recuerdo perfectamente: blanco, rectangular y con la fecha, hora y equipo rival escritos con rotulador permanente rojo. Y siempre con la misma caligrafía, lo que le daba cierto misterio a la persona que nunca conocí y que, supongo, echaba unos buenos ratos actualizando la cartelería.

Los cien años de la Unión Deportiva Casetas, pioneros del fútbol aragonés, son una feliz constatación de que hay redes que se tejen porque no puede ser de otra manera. El Casetas debe existir para dar orgullo y seña; por tradición y pegamento de un barrio rural de ventanas abiertas y amor a todo lo construido en esas calles envueltas en campos, fábricas y carreteras. Y para que eso siga siendo así, toca que la cantera siga gozando de esa tradición que ha hecho a equipos, jugadores y entrenadores ver en el Casetas un valor seguro de ambición y compromiso. De esa exigencia, complicada ante las sucesivas crisis económicas que vamos pasando, se garantizará la supervivencia y dignidad del equipo. Ese que ha visto pasar sobre césped y tierra a toda la historia de nuestro fútbol.