Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

¿Está cerca el final de Putin?

¿Está cerca el final de Putin?
¿Está cerca el final de Putin?
Pixabay

Vladímir Vladímirovich Putin ganó las elecciones presidenciales del 26 de marzo de 2000 con el 52% de los votos. 

Cumplía el primer axioma de todo gobernante: conseguir el poder. A partir de ese día, puso todo su empeño en ejecutar el segundo principio de la política: mantener el poder. Así, se ha adueñado del Kremlin, se ha hecho con el control de todo el Estado y ha acabado con el proceso democratizador que había comenzado en 1991 con el final de la URSS. Convertido en un dictador que encarcela a los opositores, o directamente los asesina, y que ha cercenado las libertades públicas, su propaganda ha proyectado la imagen de hombre fuerte, de salvador de la patria y de guardián del alma eslava. Después de dos décadas de despotismo y cleptocracia, tanto es hoy su poder que ha perdido conexión con la realidad y no ha sabido calcular los peligros de dar un salto al vacío al invadir un país vecino.

La URSS se descompuso tras el fracaso de la ocupación de Afganistán.
¿Será la invasión de Ucrania el cadalso en el que Putin pierda la cabeza? 

El ataque a Ucrania no ha sido un rápido paseo militar, como él creía, y está teniendo muchas más repercusiones negativas que las calculadas: feroz resistencia de los ucranianos, contundente respuesta occidental, ambigüedad china, amplio rechazo internacional, enorme gasto para mantener una operación militar de ese calado y, además, tímidos síntomas de malestar entre los oligarcas y la sociedad rusa. Nadie sabe cómo terminará lo que eufemísticamente él denomina "operación militar especial", pero bien podría asestar un golpe contundente a su autoridad, hasta el punto de poner en peligro su poder.

El nuevo zar de la vieja Rusia sabe que tiene sobre su cabeza la espada de Damocles, esa que describe Italo Calvino en su cuento ‘Un rey escucha’: "El trono, una vez has sido coronado, es el sitio donde más te vale permanecer sentado, sin moverte, día y noche. Toda tu vida anterior ha consistido solamente en esperar a convertirte en rey; ahora eres rey; solo tienes que reinar. ¿Y qué es reinar, sino esta larga espera? Esperar el momento en que serás depuesto, en que tendrás que despedirte del trono, del cetro, de la corona y de tu cabeza".

¿Será Ucrania donde Putin pierda el cetro? Una corriente profunda en la Historia establece que el final de muchos autócratas se entrelaza con aventuras militares. De hecho, el fracaso de la invasión de Afganistán por parte del Ejército Rojo (1978-1989) fue el telón de fondo del desmoronamiento de la dictadura soviética. La cuestión ahora es si la guerra ucraniana puede desestabilizar Moscú, si las élites rusas pueden traicionar a Putin y derrocarlo.

La historia demuestra lo fácil que es invadir un país y lo difícil que es salir de él

Las sanciones occidentales y el haber convertido a Rusia en un país casi apestado en el escenario mundial van a socavar el respaldo de los millonarios empresarios que él mismo ha enriquecido. Muchos altos funcionarios también van a ver deteriorados sus privilegios. La ciudadanía puede perder la confianza al sufrir otra caída de su nivel de vida. Sin embargo, Putin, como todo buen dictador, solo depende de unas pocas personas, los ‘esenciales’, esos cuyo respaldo es imprescindible. Y ahí sigue siendo por ahora un tirano inexpugnable porque controla plenamente las palancas del poder y, sobre todo, el aparato represor y las fuerzas de seguridad y de información. El antiguo teniente coronel del KGB y director del Servicio Federal de Seguridad (sucesor del KGB) se ha rodeado de sus antiguos compañeros y subordinados del espionaje soviético. Son su blindaje y su brazo ejecutor.

En una Rusia donde Putin ha eliminado a sus oponentes, sean políticos (Alexéi Navalni), periodistas disidentes (Anna Politkóvskaya) o empresarios (el presidente de la petrolera Yukos, Mijaíl Jodorkovski), las élites solo se atreverán a intentar derrocarlo cuando crean que pueden hacerlo sin riesgos porque lo vean lo suficientemente débil. Correrá peligro si pierde el respaldo de los ‘esenciales’ y estallan protestas masivas de una población descontenta. Eso puede ocurrir a medio plazo según el desenlace de la guerra de Ucrania. El tiempo corre en su contra. 

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