El naufragio de Pablo Casado

Casado se despide en el Congreso
El naufragio de Pablo Casado
Agencias

Tan rápida y tan estrepitosamente se han sucedido los acontecimientos en el Partido Popular que uno siente cierta ternura, rayana en la compasión, hacia Pablo Casado, a quien de repente tantas fidelidades le han vuelto la espalda y tantos leales han dejado en la estacada. 

Es natural que cuando el barco zozobra todos quieran saltar a los botes, pero el espectáculo tiene algo de espeluznante. En todo caso, el encontronazo con Ayuso y la revelación de que Génova investigó (¿y chantajeó?) a la presidenta madrileña han sido la chispa que ha dinamitado en cuatro días la cúpula del partido, pero si han tenido un efecto tan fulminante y letal ha sido a causa del contexto en el que ha estallado el escándalo. Un contexto que no es otro que el del fracaso de Pablo Casado como líder de la oposición. A pesar de las muchas deficiencias, contraindicaciones e incongruencias del Gobierno de Pedro Sánchez, de sus peligrosas alianzas y de su chapucera gestión de la pandemia, el PP de Casado no ha conseguido despegarse en las encuestas, en las que los populares sufren a veces para sacar cabeza y otras para no perder pie. Casado no ha podido afianzarse como alternativa de gobierno con garantías suficientes, ni ha armado un proyecto de país ni siquiera ha sabido definir con claridad su posición con respecto a Vox. El fracaso en Castilla y León de la excesivamente optimista estrategia de la cabalgada electoral autonómica ha sido la guinda que ha puesto de manifiesto, a un año vista de las elecciones generales, que el PP no iba por buen camino.

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