Se ponen las cosas furas. Y en todas partes. 

Casi lo local, de España, siendo tanto, es lo de menos. Sólo que, claro, nos cae muy cerca, incluso dentro. Aunque hoy nos cae más cerca Europa –¡y Rusia!– que España y sus regiones (tararéese esa jota para abrir el pecho, que falta le hará). Tanto suspirar por estar en Europa, la sugerencia orteguiana, y cuando por fin estamos, y bien contentos (dentro de lo que es posible estar), Europa se queda en ná. Una nimiedad. Ya lo venía siendo pero ahora, hoy, lo vemos en 4K y a todo pixel. Ya es triste tener tanta definición y tanta pantalla para ver en directo tal decaimiento. Como decía el reo ante la soga, “casi llega a agobiar”. Abrumados por la evidencia del confín colonizable que era la UE y Europa en general, fuimos capeando el Brexit con buenas lifaras, haciendo como que no pasaba nada. A fin de cuentas todos quieren venir aquí, catar la democracia residual, y hasta comer algo con su ración de microplástico (reciclable en la tripa). Pero con esta embestida de Rusia y el trumpazo previo, Europa es el saco de los golpes. Y sólo acaba de empezar. De China ya ni hablamos. [Aquí ha habido la típica interrupción para bajar al refugio, las viejas bodegas y catacumbas tal vez sirvan algo otra vez]. Entretanto, caen las bolsas y sube todo otra vez. Ante estas abrumadoras hiperrealidades hasta el más templado sucumbe. ¡No digamos ya el menos! Ahora que habían hecho levitar el SMI a 1000 euros. Ahora que los bancos iban a mimar a los abuelos. Ya de lo de aquí ni hablamos. Todo va parejo. Y agradecidos.