Pulsiones autodestructivas

Ayuso arrasa en las elecciones a la Comunidad de Madrid.
Pulsiones autodestructivas
Mariscal

En las fuerzas políticas españolas hay un instinto cainita que las lleva a lanzarse con saña unas contra otras, izquierda contra derecha y viceversa, negándose mutuamente la legitimidad y hasta la dignidad y procurando por todos los medios desgarrar al oponente.

Pero sorprende aún más que en nuestros partidos aliente también una pulsión autodestructiva que estalla de vez en cuando en guerras intestinas, que ponen en peligro no ya solo su capacidad de servir al interés general, si es que eso les importase algo, sino su posibilidad de ganar elecciones, tocar poder y repartirse cargos y dineros, que es, tristemente, lo que más les interesa.

El Partido Popular ha conseguido ahora la proeza de dispararse un tiro, no en el pie, sino en la sien. Y de convertir lo que debería ser un activo político y electoral envidiable, la popularidad de Isabel Díaz Ayuso, en una maldición. Después de lo que se dijeron ayer Díaz Ayuso y Teodoro García Egea, parece muy difícil que la dirección del PP no acabe expulsando a la presidenta madrileña. Pero el liderazgo de Pablo Casado en el partido, que nunca ha sido sólido, queda muy seriamente tocado, si no definitivamente hundido. Y eso, independientemente de lo que haya de verdad, que habrá que aclararlo, en las acusaciones que se han intercambiado.

La popularidad de Ayuso, un activo político envidiable, se ha convertido en una maldición

Pero lo peor es que el principal partido de la oposición, una de las grandes fuerzas constitucionalistas, ha sido totalmente desestabilizado desde dentro de su propia organización. Y que sus posibilidades de llegar a gobernar han sufrido un súbito bajón.

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