El síndrome de Asperger

Habla con una voz peculiar, demasiado adulta para su corta edad, y se acerca a los extraños con excesiva familiaridad, como si los conociera de toda la vida. Su gesto de acercamiento no suele ser bien recibido en estos malos tiempos de pandemia.

Lanza al aire preguntas incómodas sin paracaídas: "¿Por qué tienes esa tripa tan gorda? ¿es que vas a tener un bebé?", le dijo a un adolescente desconocido con el que se cruzó en el autobús. Lo preguntó en un tono despojado de maldad, pero dejó paralizado y mudo a su interlocutor.

Suele ser muy solitario por su torpeza para hacer amigos, pero no le importa. Además, le molesta mucho el barullo, la juerga. Y no entiende las bromas que le gastan porque todo se lo toma en sentido literal. Le gusta balancearse puesto de pie, dejando primero una pierna en el aire, y luego la otra, y así sucesivamente durante varios minutos. Prefiere entretenerse así antes que jugar con otros niños en el parque. 

Sus padres le han enseñado algún truco para sobrellevar las situaciones difíciles, como decirle a la gente que está bromeando, o respirar profundamente y contar hasta 20 cuando siente la necesidad de llorar desconsoladamente en público.

Hoy es el Día del Síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista frecuente en nuestra sociedad, y cuyas consecuencias son importantes en el desarrollo emocional, social y conductual de la persona. A falta de cifras oficiales, se estima que 1 de cada 100 bebés nacidos en España padecen una de las formas de este trastorno, cuyo origen es neurobiológico. Dar a conocer cómo actúan quienes lo padecen puede hacerles la vida más llevadera.