Hacienda cierra la caja de los truenos. 

Son tan grandes y variadas las divergencias entre las comunidades que, si no hay un milagro, y nadie lo espera, la reforma de la financiación autonómica se diluirá. A pocos les sorprenderá. Cómo iban a ponerse de acuerdo en el reparto de 110.000 millones los mismos partidos que se revelaron incapaces de afrontar unidos una pandemia. El parón beneficiaría a la España próspera y costera, la que más votantes alberga, y castigaría a la rural, la de Aragón, justo cuando se iban a tener en cuenta en el reparto el envejecimiento y la despoblación.

La resaca electoral frena los vientos de cambio y aviva las dudas sobre la táctica a seguir en 2023. De todo se aprende, y del 13-F, también. Porque "si algo funciona, no lo cambies". Es la ley de Murphy. Así que cualquier presidente que anticipe unas elecciones debería tener la certeza de que el escenario final va a ser mejor que el de partida. Porque "si algo puede salir mal, saldrá mal". Segunda ley de Murphy. Se pueden ganar unas elecciones, y no poder gobernar. O tener que hacerlo a costa de escorarse al máximo a la derecha, condicionando la estrategia nacional. Porque "la tostada siempre cae del lado de la mantequilla". La tercera ley. Y mantequilla, de excelente calidad, es la que se elabora en Soria, donde la España vaciada recibió el 42% de los votos y logró tres escaños que valen su peso en oro.

El descontento impulsa a Vox y Soria Ya. Y "por mala que sea una situación, es susceptible de empeorar". ¿Habrá, entonces, adelanto electoral?