A lo Nadal

Fotos históricas de Rafael Nadal
A lo Nadal.
Reuters

A través de la aplicación informática del sistema público de salud, se me acaba de ordenar que me confine. 

El mensaje incluye las consecuencias de no obedecer. Entre las mismas, me siento muy concernido por la que establece la "inhabilitación para participar en todo tipo de competiciones oficiales, por un periodo no inferior a cinco años".

A mi edad, que está a una considerable distancia de ser la de un chiquillo, no habiéndome decidido aún por la práctica de ningún deporte, salvo que he descartado los acuáticos, los de contacto, los invernales, los de raqueta y los que te exponen a alturas de más de un metro, dicha penalización dificultaría que se cumpliera el sueño de mi vida, que es ser deportista de élite y triunfar en los más grandes torneos.

Como le pasa a mi sobrino de siete años, quien, en cambio, sí tiene claro que quiere ser el mejor baloncestista de la historia, no bien cierro los párpados, me veo en lo más alto de un podio, aclamado por el graderío, en el que distingo a cada persona que alguna vez dudó de mi potencial.

Además, por más que digan que, para ser algo, basta con sentirlo en tu interior, yo prefiero ser campeón de verdad, en carne y hueso. Y no aspiro a que mi avatar gane medallas digitales. A lo Rafael Nadal, me gustaría morder mis trofeos.

Así que, con tal de no ser inhabilitado, me prestaré al teletrabajo, me aislaré en una habitación con internet, seré atendido por mi contagiada familia y dispondré de un cuarto de baño para mí solo. En definitiva, compartiré el destino de esa minoría menguante que aún no ha dado positivo en covid-19.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión