El proyecto olímpico

Las reuniones que va a mantener el presidente de Aragón, Javier Lambán, con el del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, hoy mismo, y con el de Cataluña, Pere Aragonès, a finales de esta semana, debieran servir para encauzar acertadamente, en su vertiente institucional, la candidatura de los Pirineos para los Juegos Olímpicos de 2030.

Esta idea solo podrá hacerse realidad si se parte del respeto a los territorios y de la lealtad entre las instituciones, principios que, desgraciadamente, la Generalitat no acostumbra a practicar

Las desafortunadas declaraciones de la consejera catalana de Presidencia, Laura Villagrà, atribuyendo el proyecto olímpico en exclusiva a su Comunidad, no son admisibles y van en contra de la colaboración y la lealtad necesarias para impulsar un empeño de esta envergadura. Si la Generalitat quiere de verdad que los Pirineos sean por fin escenario de unos Juegos Olímpicos, tiene que comprender y asumir algunos postulados esenciales. El primero, que se trata de un evento deportivo que ha de tener en cuenta ante todo los requisitos que marcan los comités olímpicos internacional y español. El segundo, que es España quien presenta la candidatura y promueve los Juegos. Y el tercero, desde luego, que Aragón nunca aceptará participar en otras condiciones que no sean las de una estricta igualdad con Cataluña. Lo contrario sería absurdo. Más allá de las erradas palabras de Villagrà, lo cierto es que ya lleva meses trabajando un comité técnico que está preparando la candidatura con participación del COE y de los gobiernos español, catalán y aragonés. Hay que confiar, por tanto, en que las reuniones de esta semana permitan encauzar el aspecto político del proyecto, de manera que pueda seguir adelante una idea que, si tiene éxito, serviría para promocionar el perfil internacional de los Pirineos y la economía de las comarcas de la cordillera tanto en Aragón como en Cataluña.