Por
  • Carlos Piñeyroa Sierra

El elefante en la habitación

'El elefante de Guadalaviar'
El elefante en la habitación.
Heraldo

Una de las cosas que aprendí de mi estancia en Cáritas Zaragoza como secretario general fue el descubrimiento sobre la importancia de la vulnerabilidad

Por aquel entonces, corría el año 2007, dos de las mujeres más maravillosas que he conocido en mi vida, y más entregadas a la causa de las personas pobres, Tere Terreu y Pilar Tirado, me explicaron la importancia de la mirada hacia quienes nadie ve. Frente a mi creencia inicial de invertir todos nuestros recursos en pobreza extrema (por aquel entonces, un 4% de la población española) ellas me advirtieron de la necesidad de mirar la vulnerabilidad y el riesgo de la vulnerabilidad (16% de la población española por entonces) con tanto celo como la pobreza extrema. Porque, me decían entonces, quien cae de vulnerabilidad a pobreza tiene un muy difícil retorno, y la inversión posterior en su recuperación y sostenimiento será mucho mayor.

Desde entonces hasta ahora mi mirada ha aprendido a no ver solo los extremos sino también lo que ocurre en el medio. Y por eso no deja de sorprenderme cómo permanentemente, desde el punto de vista económico, los estudios e informes se centran cada vez más en la desigualdad entendida como extremos, los que más tienen y ganan frente a los que menos, olvidándose de esa zona intermedia, esa masa ingente de personas que formamos lo que se denomina clase media.

La preocupación política por la desigualdad no está teniendo en cuenta la situación de vulnerabilidad económica en la que está colocada buena parte de la clase media de nuestro país

El reciente estudio del World Inequality Lab, al frente del cual se encuentra el economista francés Thomas Piketty, advierte que el 1% de los españoles más ricos posee un 24,2% de la riqueza patrimonial del país, mientras que el 50% más pobre solo dispone del 6,7%. De la misma manera, el 10% de los españoles más ricos acapara el 34,5% de los ingresos por el trabajo y el capital. Resulta evidente, de este y otros estudios, que la desigualdad es creciente en el mundo y en nuestro país, y que los extremos se estiran cada vez más.

Pero me gustaría mirar en esta ocasión a lo que no se ve, a lo que no se menciona. Me gustaría mirar a todo ese espacio intermedio, entre los más ricos y los más pobres, que conforman las clases medias, y lo haré con mensajes telegráficos que quizás ayuden a entender aquello que Pilar y Tere advertían: el riesgo, el enorme riesgo de no atender a la vulnerabilidad. España ha pasado de tener una población en riesgo de vulnerabilidad social de un 16% en 2007 a un 26% en 2021. La luz se ha incrementado en 2021 un 41% respecto al año anterior. La presión fiscal en España está tres puntos por encima de todos los países de la OCDE. Las tasas de autónomos se van a incrementar este año en una media de 9 euros al mes, siendo España, ya de por sí, uno de los países con las tasas más altas de Europa. Los tramos de IRPF se incrementarán durante 2022. La inflación, el impuesto invisible, se ha situado en el 6,5% en 2021, con evidente pérdida de poder adquisitivo personal y familiar. El ahorro privado ha sido penalizado con la práctica eliminación de las ventajas fiscales de los planes de pensiones individuales (sustituidos por planes de empresa como si en este país las pymes pudieran afrontar semejante gasto). La edad de jubilación se retrasa con un efecto de trabajar más y seguramente cobrar menos. Las reformas laborales no devuelven los derechos básicos perdidos por los trabajadores, como el de recuperar la indemnización de 45 días de salario con tope de 42 mensualidades, frente a los 33 actuales con tope de 24 mensualidades...

Un grave riesgo que según parece nadie
quiere ver

En el fondo, y con enorme perplejidad, presenciamos cómo el coste de todo cuanto ocurre en nuestro país es afrontado por una clase media que tiembla cada vez más ante un eventual riesgo de exclusión, riesgo cada vez más real, y del que poco se puede hacer personalmente para evitarlo. Como se suele decir, nuestros padres vivían con un sueldo, nosotros ya casi no alcanzamos con dos y ya se habla del concepto de trabajador pobre. Y es que frente a una mirada exclusiva a estos extremos hay ya un enorme elefante en la habitación que nadie ve: las clases medias. Elefante de momento solo económico, pero que no tardará en tornarse social. Que alguien lo mire por favor.

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