Tragedia y farsa

Tragedia y farsa.
Tragedia y farsa.
Heraldo

Ya ha pasado un año del asalto al Capitolio y, como señalaba Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en el Senado de Estados Unidos: "El 6 de enero de 2021 quedará para siempre como una mancha en la historia de nuestra democracia; intentaron destruir nuestra democracia. Gracias a Dios, fracasaron". 

Para recordarlo intervino Joe Biden en el Congreso. Acusó a Donald Trump de "instigar" el asalto al Capitolio mediante su "red de mentiras" sobre el falso fraude en las elecciones. "No puedes amar nuestro país solo cuando ganas. No puedes obedecer la ley solo cuando te conviene. No puedes ser patriótico cuando abrazas las mentiras y las permites". Con este discurso Biden levanta acta de un bulo que podría ser un punto de inflexión en la democracia norteamericana. El correcto funcionamiento de la democracia exige proteger la verdad de los hechos frente a la fuerza persuasiva de la falsedad y la intoxicación que busca agitar el movimiento de sus fieles. Son, no se engañen por su apariencia, narrativas poderosas que dan sentido a sus movimientos: patria, raza, religión, hombría. No son de extrañar las menciones o sugerencias sobre la posibilidad de un nuevo conflicto armado, como cita Joe Biden durante su discurso por el aniversario de la insurrección en el Capitolio. Después de recordar cómo algunos insurrectos portaron y ondearon banderas de la Confederación, "símbolo de la causa para destruir Estados Unidos", y tras añadir que la enseña jamás se había exhibido en el Congreso, dijo: "Eso ni siquiera sucedió durante la Guerra Civil, pero ocurrió aquí en el 2021".

El asalto al Capitolio de Estados Unidos, del que se ha cumplido un año, fue el mayor ataque que ha sufrido la democracia en Estados Unidos

El mundo que estamos viviendo, su inestable realidad, provoca que nos atraiga más el relato ficticio que se nos ofrece. No podemos olvidar que los estrategas de los partidos ultraderechistas en las campañas electorales han construido un relato basado en las emociones y los sentimientos frente a los hechos y la evidencia: lo visceral ha prevalecido netamente frente a lo racional. Como bien señalaba Hannah Arendt: "Las mentiras resultan a menudo mucho más verosímiles, más atractivas para la razón, que la realidad, porque quien miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que su audiencia espera o desea oír".

De la fragilidad de las palabras depende también la de nuestras democracias. Y si reivindicamos la verdad, hemos de reclamar con fuerza las palabras que la nombran. No podemos ni debemos olvidar que la fuerza del trumpismo es global. Jaroslaw Kaczynski, vicepresidente del Gobierno polaco, acusó a Alemania de tratar de imponer un "Cuarto Reich" en la Unión Europea (UE). Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, lleva meses acusando al millonario estadounidense de origen húngaro George Soros de planear, junto a la Unión Europea (UE), traer y distribuir por todos los países comunitarios a millones de inmigrantes económicos. Éric Zemmour, líder de la extrema derecha, asegura que el pueblo francés está sufriendo un "gran reeemplazo" del que debería defenderse expulsando a los musulmanes de su territorio.

Y muestra lo peligrosas que pueden ser las mentiras que los grupos de extrema derecha se empeñan en difundir

Jamie Raskin, miembro del comité especial de la Cámara de Representantes que investiga el asalto al Capitolio, señala que fue "lo más cerca del fascismo que hemos estado en nuestra vida": "Me gustaría decir que el 6 de enero fue el final de algo, pero creo que fue más bien el principio".

Hegel nos recuerda que todos los grandes hechos (y personajes) de la historia universal, aparecen dos veces. Carlos Marx le complementó añadiendo que una vez como tragedia y otra como farsa. Así empezaba su libro sobre el ‘18 Brumario’ de Luis Bonaparte. Napoleón Bonaparte aprovechó la debilidad política del Directorio Ejecutivo gobernante en Francia para dar un sorprendente golpe de Estado. Años más tarde, el 2 de diciembre de 1852 para ser exactos, la historia se repetiría una vez más cuando Luis Napoleón Bonaparte impusiera un Segundo Imperio tras acceder al poder. Análisis que hemos utilizado muchas veces los profesores de historia y que quizá ha llegado a perder su significado inicial. Ojalá en la actualidad sea vigente en lo que atañe a las nuevas extremas derechas. Sin embargo, quizá se acerca más a la realidad otra frase, que se le atribuye a Mark Twain, según la cual "la historia no se repite, pero rima".

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