Por
  • Javier Sebastián

El rey Lear vive

El rey Lear.
El rey Lear vive.
Pixabay

Si les hablo de un hombre que tiene tres hijas y, al presentir cercana su muerte, decide repartir entre ellas lo que tiene, estaría contándoles un antiguo relato que aparece en la ‘Historia de los reyes de Britania’, en el siglo XII. 

Hasta ahí, bien. Pero si ese cuento lo lleno de horror y miseria por las consecuencias que provoca que una de ellas, Cordelia, no esté dispuesta a declararle a su padre el amor que falsamente le declaran las otras dos, entonces la historia se levantará un par de palmos del suelo. Pero si además les digo que ese hombre es un rey iracundo y violento que deshereda a la hija díscola y luego recibe de las que dijeron quererle tanto el más grande y vil desprecio, tendríamos una intensa tragedia. Finalmente, añadamos a eso que anda suelto por ahí un burlador sin escrúpulos, que se aprovecha de las dos herederas y cuyas maquinaciones acaban por dejar sin ojos a su propio padre, y el olor a podredumbre convertirá esta historia en un grito de desesperación. Bueno, pues eso es ‘El rey Lear’, de Shakespeare.

Miren a su alrededor. Hoy podemos ver en algunas personas la sombra de esta historia de deslealtad. Es gente enrabiada capaz de acusar sin razón y de mentir a sabiendas, y así se ganan indebidamente ciertos adeptos. Dan asco. No sé si es porque es enero y hace frío o porque Shakespeare se me ha metido hasta los huesos como un invierno, pero yo las veo. El rey Lear vive.

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