La estructura de la generación de electricidad en España continúa cambiando y moviéndose en la dirección que marca la deseada transición ecológica.

 Las tecnologías renovables, como la eólica y sobre todo la solar fotovoltaica, aumentaron considerablemente su capacidad instalada en 2021. Pero el suministro continúa necesitando de la flexibilidad y seguridad que aportan las centrales de gas natural y las nucleares.

Las principales fuentes renovables -eólica, solar fotovoltaica e hidráulica- representan ya el 53,2% de la capacidad instalada en España, con casi 60 gigavatios de potencia. La fotovoltaica es, además, la que más aumentó durante el año pasado, casi el 25%. Sin duda, la instalación de nuevos aerogeneradores y paneles solares continuará durante los próximos años, pues es imprescindible para que nuestro país alcance los objetivos de reducción de emisiones de efecto invernadero necesarios para frenar el cambio climático. Sin embargo, el suministro que proporcionan las fuentes renovables no puede cubrir todas las necesidades, ya que obviamente ni el viento ni la luz solar están disponibles en todo momento, de manera que el sistema eléctrico español, para proveer plenamente los usos industriales y domésticos, necesita y va a seguir necesitando en mayor o menor medida de tecnologías de respaldo como las centrales de gas o las nucleares. La transición energética está en marcha y habrá que acelerarla, pero debe planificarse con acierto, con normas claras y estables, y con regulaciones que eviten que los consumidores se vean atrapados en escaladas de precios como la que estamos viendo en estos meses. Por otro lado, no cabe olvidar que el Gobierno central todavía tiene pendiente la firma del convenio para la ‘transición justa’ en la comarca de Andorra que la ministra Teresa Ribera se comprometió a presentar hace tres años. Sería bueno que aquella promesa se hiciese efectiva cuanto antes.