Por
  • Pedro Rújula

Extraordinario

Extraordinario.
Extraordinario.
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Hace dos siglos exactos, tal día como hoy, el más pertinaz de los cronistas que ha tenido Zaragoza, Faustino Casamayor, concluía el relato del año manifestando su sorpresa por todo lo que había vivido en aquellos últimos doce meses. 

Había comenzado el año viendo cómo encarcelaban por conspiración a una de las mujeres más populares de la ciudad, la marquesa de Lazán. Había asistido a la llegada del héroe del momento, el mariscal Rafael del Riego, como capitán general. Había disfrutado con el jaleo político que poblaba las calles de la ciudad entre proclamas, desfiles militares y música. Había sido testigo de la rebeldía del arzobispo contra el régimen constitucional resistiéndose a regresar a su sede cesaraugustana. Había escuchado los debates en la tertulia patriótica que tenía sede en el teatro de la Universidad. Había asistido al descubrimiento de una trama republicana y a la súbita destitución del capitán general. Había sufrido la amenaza de una terrible epidemia de fiebre amarilla que obligó a cerrar la ciudad a cualquier persona o mercancía procedente de Cataluña. Y había concluido el año con una sequía que prácticamente había desecado el cauce del Ebro. "Así ha dado fin el presente 1821 –decía–, que por sus ocurrencias así políticas como militares formará época en la España, Europa y en esta ciudad, donde han sucedido cosas tan extraordinarias cual no podían esperarse". Así, salvando las distancias, me siento yo cuando echo la vista atrás sobre el panorama del año vencido.

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