La respuesta del Estado

La crecida extraordinaria del Ebro, que ayer llegó a Zaragoza, ha generado una amplia movilización de los poderes del Estado. El Rey ha telefoneado a Javier Lambán para interesarse por la avenida y transmitirle su solidaridad con los afectados por las inundaciones. El presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, ha visitado la localidad zaragozana de Pradilla y allí ha reiterado que el Consejo de Ministros declarará el próximo viernes a los municipios perjudicados como zonas afectadas gravemente por emergencias de protección civil, con el fin de paliar «las consecuencias de estas inundaciones y tratar de que, al menos, los vecinos y vecinas recuperen su día a día cuanto antes». El jefe del Ejecutivo queda así comprometido en tiempo y forma: las ayudas han de ser suficientes para compensar los daños y tienen que llegar con prontitud.

Cuando las aguas del río regresen a su cauce habitual y el barro empiece a secarse comenzará a distinguirse el alcance de la tragedia económica que la gran avenida deja para los pueblos de la ribera y sus habitantes. En este escenario de impotencia es positivo que los ciudadanos de unas zonas de España caracterizadas por la fecundidad de sus tierras y de sus gentes se sientan arropados por las máximas autoridades del país. La presencia del presidente del Gobierno demuestra que es consciente de que se trata de una situación excepcional que requiere, en consecuencia, medidas excepcionales. «El Estado está aquí» para apoyar a los ciudadanos ante «cualquier eventualidad», ha recalcado Sánchez, quien ha realzado la coordinación entre todas las administraciones. Ahora llega el momento de que el Gobierno demuestre con hechos y máxima diligencia que, a diferencia de lo que ha ocurrido en anteriores riadas, las ayudas comprometidas llegan con rapidez y la burocracia no ahoga de nuevo a los núcleos damnificados.