Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

¿Cuánto talento aragonés se va?

Un AVE se detiene 45 minutos en Delicias para "el descanso del conductor"
'¿Cuánto talento aragonés se va?'
Heraldo.es

Zaragoza. Domingo. 20h. Estación Delicias. 

Zonas de embarque del AVE. Dirección Madrid. Centenares de jóvenes se arremolinan para subir al tren y viajar a la capital. Allí estudian, se especializan, opositan o trabajan. Lo mismo ocurre en los convoyes anteriores y también en los que salen después.

Esta estampa es la última manifestación de un fenómeno antiguo, la despoblación de la España interior, que Miguel Delibes empezó a describir en su novela ‘El camino’ (1950) con Daniel el Mochuelo abandonando el pueblo para acudir a estudiar a la ciudad. Este gran movimiento demográfico que mostró el narrador castellano comenzó en los años cincuenta y fue constante hasta los noventa. Azotaba a los pueblos mientras las ciudades medianas resistían. Sin embargo, las nuevas tendencias migratorias evidencian que las capitales de provincia ya no logran retener el talento joven. Miguel González y Antonio López-Gay ponen cifras a este fenómeno en su informe ‘Del éxodo rural al éxodo interurbano de titulados universitarios: la segunda oleada de despoblación’ (2021). Las conclusiones del estudio son claras: 1- El éxodo de jóvenes aumenta en las regiones de tradición emigratoria (como lo es Aragón). 2- Los jóvenes que se marchan provienen principalmente de las capitales de provincia. 3- Se van los más cualificados. 4- Madrid se consolida como el principal receptor de titulados universitarios.

Al hablar de despoblación, la imagen icónica es la de un pueblo abandonado

Sergio del Molino, que logró una extraordinaria proyección nacional con su libro ‘La España vacía’ (2016), dedica todo un capítulo de su penúltimo ensayo, ‘Contra la España vacía’ (2021), a ‘El fin de la vida de provincias’. "Cada vez más viejas, menos pobladas, menos prósperas, más apagadas y distantes de Madrid y Barcelona, que viven de espaldas a ellas, son un síntoma descorazonador de lo que los políticos han llamado reto demográfico", dice el escritor afincado en Zaragoza.

España no es original con este éxodo interurbano, pues se trata de una tendencia mundial: unas pocas capitales globales concentran las actividades tecnológicas y financieras, y demandan inmigrantes altamente cualificados. Y tampoco es Aragón la comunidad más castigada por este proceso. Sin embargo, si no se actúa, ni Zaragoza podrá frenar el desangrado por mucho que sea la quinta urbe del país. Lo inquietante no es que los universitarios aragoneses viajen a otros lugares a ampliar estudios, algo muy positivo; lo preocupante es que sean cada día menos los que regresan a la Comunidad.

Sin embargo, hoy no es menos relevante la lenta decadencia de las ciudades
de la España interior

Tres herramientas para frenar la descapitalización de las provincias son obvias. Primero, que las autonomías hagan más por generar ecosistemas de educación y de empleo que atraigan innovación, inversiones y empuje joven. Segundo, la utilización de instrumentos fiscales para anclar la población y las empresas al territorio. Tercero, descentralizar algunos organismos públicos a las regiones, como se hace en Alemania o Estados Unidos.

Con un 14% de la población nacional, Madrid alberga más del 30% de los funcionarios del Estado, el 80% de los empleados de los servicios centrales de los ministerios y el 70% de los funcionarios de los organismos públicos. Esta concentración administrativa atrae empresas y personal muy cualificado que se quieren instalar en torno a las sedes de las principales instituciones del país perjudicando a aquellas comunidades que pierden a su generación más preparada.

El talento de provincias se concentra en Madrid

Durante tres siglos, las élites de Madrid, procedentes del alto funcionariado y de las fuerzas económicas que se desarrollan bajo el paraguas del Estado, han pactado con otras élites relevantes, sobre todo la vasca y la catalana. El último acuerdo fue el de la Carta Magna de 1978, que con el paso del tiempo ha cronificado una disfunción territorial, administrativa, económica y fiscal que vacía pueblos y ciudades. Ahora, para frenar la sangría de la España interior, es preciso ampliar el pacto a las élites de las demás comunidades y aplicar la lógica cuasi federal de nuestra Constitución. Hay que aprovechar las potencialidades de todo el territorio y de sus habitantes. Es la manera de hacer más país.

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