Convencido de la necesidad de que los usuarios paguen por circular por las autovías el Gobierno parece haber optado por el método de cobro más sencillo, aunque quizás no el más justo. 

La medida, que cuenta con argumentos a favor y en contra, será necesariamente controvertida y llega en un momento económico poco oportuno. Para el ciudadano, la compensación estaría en que, efectivamente, redunde en una clara mejora del estado de las carreteras.

El Gobierno prepara la introducción, en los próximos meses, del pago por uso en las autovías. Y habría elegido la fórmula más sencilla de aplicar, el cobro de una cantidad anual a cada conductor o propietario de un vehículo, al modo de la llamada ‘viñeta’ que ya se aplica en países como Francia. Se elude así, al menos de momento, la necesidad de hacer inversiones e instalar aparatos para controlar los kilómetros recorridos, un procedimiento que sería más justo y acorde con la ‘filosofía’ del pago por uso, pero que resultaría más complejo. La medida no puede ser bien recibida ni por los consumidores ni, especialmente, por los transportistas. Es cierto que viene marcada como un requisito de la Unión Europea y que el mantenimiento de las carreteras tiene un coste elevado y arrastra, en el último decenio, un considerable déficit que algunas fuentes cifran en 7.500 millones de euros. Pero supone un cambio oneroso para el ciudadano, máxime cuando los conductores ya pagan al Estado por cada kilómetro que recorren a través de los cuantiosos impuestos sobre el combustible. Cabría además entender que limita de algún modo el derecho a la libre circulación. Se aplicará además cuando el sector del transporte y la logística está ya sometido a numerosas presiones. Y podría incidir en el aumento de los precios en un momento en el que la inflación está resurgiendo. Es de esperar que, al menos, la prometida mejora del estado de las carreteras se haga realidad.