Metaverso

'Metaverso'
'Metaverso'
ISM

El conglomerado de empresas aglutinadas bajo la marca ‘Facebook Inc.’ ha cambiado su denominación. Ahora es ‘Meta Platforms, Inc.’ o simplemente ‘Meta’. 

El pasado jueves 28 de octubre Mark Zuckerberg teatralizó su relato y publicó su carta como fundador. Si se entra en la web creada al efecto dicen, en inglés, que "la conexión está evolucionando y nosotros también. El metaverso es la próxima evolución de la conexión social. La visión de nuestra empresa es ayudar a dar vida al metaverso, por lo que estamos cambiando nuestro nombre para reflejar nuestro compromiso con este futuro".

Ese porvenir lo quieren modelar usando un término acuñado en 1992 por Neal Stephenson en su novela de ciencia ficción ‘Snow Crash’. Entonces, en los agradecimientos, el novelista escribía: "La idea de una ‘realidad virtual’ como el Metaverso está ya muy extendida en la comunidad de los gráficos por ordenador y se está aplicando de diferentes maneras. […] Las palabras ‘avatar’ (en el sentido utilizado aquí) y ‘Metaverso’ son invenciones mías, que se me ocurrieron cuando decidí que las palabras existentes (como ‘realidad virtual’) eran simplemente demasiado incómodas de utilizar". Y eso pasaba cuando Zuckerberg rondaba los ocho años. Siete después, en 1999, ‘Matrix’ llegaba a las pantallas. Ahora, tras tres décadas, esa idea de ‘metaverso’ está por doquier y parece que va a multiplicarse.

En lo que afecta a Facebook es una apuesta que tiene y tendrá muchos efectos secundarios. De momento, es una manera de reestructurar el gigantesco negocio amasado desde 2004 y de limpiar su ‘capital reputacional’. Necesita lavar su (des)prestigio y salir de las cloacas donde se ha enriquecido jugando con las emociones, las debilidades humanas y la adicción a las pantallas. Este gigante tecnológico, al igual que Google, Apple, Amazon o Microsoft, bajo capa de bondad, de servicio y atención a sus usuarios, esquilman y explotan sin piedad nuestros datos y preferencias. Los GAFAM y otras empresas del mismo sector han descubierto que el ‘datacapitalismo’ permite obtener enormes cantidades de dinero e incluso inyectar mecanismos de control social donde la vigilancia se acepta sin rechistar.

El universo digital envolvente que Mark Zuckerberg imagina y se marca como
objetivo de su empresa puede parecer un paso más de las tecnologías y las redes
sociales, pero no deja de despertar nuevas inquietudes y temores

En este contexto, la carta fundacional de Zuckerberg no tiene pérdida. Es algo más que una declaración de intenciones. O es un informático naif o un hipócrita redomado, o quizá ambas cosas. Igual que arranca diciendo que "estamos en el comienzo del próximo capítulo de Internet, y también es el próximo capítulo de nuestra empresa", se despacha después citándose a sí mismo: "No construimos servicios para ganar dinero; ganamos dinero para construir mejores servicios". Habla de la tecnología como si fuera un suceso ajeno a su intervención, pero ya pronostica por dónde irá: "La próxima plataforma será aún más envolvente: una Internet encarnada en la que el usuario está dentro de la experiencia, no solo mirándola. A esto lo llamamos metaverso, y afectará a todos los productos que construyamos".

En su visión nos dice que la ‘sensación de presencia’ será clave, como estar en otra dimensión de lo real. Su cuento es tan bonito y altruista que basta con sospechar de lo que escribe: "Sentirse realmente presente con otra persona es el último sueño de la tecnología social. Por eso nos centramos en construirlo. En el metaverso podrás hacer casi todo lo que imagines: reunirte con tus amigos y familiares, trabajar, aprender, jugar, comprar, crear, así como experiencias completamente nuevas que no encajan con la idea que tenemos hoy de los ordenadores o los teléfonos". Y sigue cantando las alabanzas de su horizonte. "En este futuro, podrás teletransportarte instantáneamente como un holograma para estar en la oficina sin tener que desplazarte, en un concierto con amigos o en el salón de casa de tus padres para ponerte al día. Esto te abrirá más oportunidades sin importar dónde vivas". No es el único en anticipar el negocio ni los cambios que van a venir.

Estamos más cerca de lo que Lik-Hang Lee ‘et al.’ (2021) llaman el "‘big bang’ digital del ciberespacio", donde internet tendrá un carácter inmersivo "como un reino gigantesco, unificado persistente y compartido". No hará falta ayahuasca ni dimetiltriptamina para entrar en esos estados alterados de conciencia. Tendremos que despertar y desconectarnos.

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