El cofre de la memoria

'El cofre de la memoria'
'El cofre de la memoria'
ISM

Al cumplir 91 año el filosofo Emilio Lledó, defensor irredento de la libertad y del poder transformador de la educación, explicaba lo bonitos que son los cofres de los tesoros y, para él, su particular cofre es lo que uno ha vivido: "El pequeño tesoro de la memoria".

Continuaba diciendo: "Lo he escrito ya muchas veces, podría decir que hasta la saciedad, pero sigo sin cansarme de decirlo, somos memoria y esta es compartida". Como escribió lúcidamente Jean-Paul Sartre, la memoria no es un acto de conocimiento, sino de voluntad, pues "cada uno elige su pasado". Cada uno tiene el pasado que ha tenido, pero cada cual tiene que decidir qué parte de su pasado desea mantener presente.

Así lo ha entendido Óscar Alzaga, con el que compartí la presentación de sus ‘Memorias documentadas’ en la Fundación Giménez Abad. Nos explicó que estas eran altamente documentadas, pues era consciente de que la memoria tiende a ser subjetiva. Por ello se propuso afrontar el esfuerzo de ratificación de datos, para dejar escrito solo lo cierto. Su objetivo era que sirvieran para explicar cómo los cuadros de aquella autarquía no tomaron la iniciativa de donarnos la democracia, más bien se vieron obligados a ello y lo hicieron con gran interés para asegurar su pervivencia en la vida pública.

Quizá por ello se comprende la decisión adoptada a finales de 1977 por el ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa: la destrucción de las fichas de los integrantes de la oposición contra la dictadura conservadas en archivos que dependían de las direcciones generales de la Guardia Civil y de Seguridad. Alzaga señala otros borrados: de los servicios de información o de la organización del Movimiento, de los gobiernos civiles o de los expedientes tramitados en el Tribunal de Orden Público. Esta decisión considera que ha impedido fundamentar una cultura cívica de calidad para conocer nuestro pasado y evitar la repetición de graves excesos. Y va más allá, pues sirvió para transformar a élites de la dictadura en protorreformistas de centro. Así, señala: "No se puede abrir ni consultar lo que las llamas han destruido dado que se ha temido a una posible historia objetiva". Añade que España se ha quedado así sin ninguna comisión de la verdad.

En su libro ‘La conquista de la Transición (1960-1978). Memorias documentadas’,
Óscar Alzaga nos ayuda a comprender un proceso histórico 

Óscar Alzaga, desde la universidad, se integró en el asociacionismo católico. Sería elegido delegado de curso al tiempo que iniciaba su actividad antifranquista. Participó en las redes internacionales comprometidas con la democratización española, firmó toda clase de papeles e, irremediablemente, fue desterrado o fichado por la Policía y su trayectoria quedó afectada por su compromiso político. Para mí, que he explicado muchos años a mis alumnos la Transición, ha resultado muy interesante conocer la oposición democrática, más amplia y eficaz de lo que yo sabía, y que con su trabajo logró que la mayoría de la generación entonces joven demandara públicamente el final de la Dictadura.

Una parte de aquella, demócratas cristianos y socialistas, especialmente, fueron capaces de tejer relaciones y planes con los gobernantes de la Comunidad Europea para presionar al franquismo. Creo que la virtud principal ha sido explicarnos muy detalladamente la oposición moderada y cómo al llegar al momento clave fue fagocitada por el partido del Estado, la UCD. Partido diseñado por las élites azules. Con él y gracias a la financiación que tuvieron, con la ayuda del rey Juan Carlos, diseñaron los mecanismos institucionales que les permitieron seguir en el poder, porque nunca perdieron "el control de un proceso no deseado".

Como todos,
fue el resultado de equilibrios de poder y condicionamientos sociales

No podía olvidar la incapacidad del bloque demócrata cristiano para construir el partido que representaba a una parte considerable de la ciudadanía española, como mostraban encuestas, estas también desaparecidas. Señala como un grave error la elección que realizaron de su líder, Joaquín Ruiz Jiménez.

El profesor Alzaga nos ayuda a conocer mejor la Transición, pues, como todo proceso histórico, es el resultado de equilibrios de poder y condicionamientos sociales que merecen ser comprendidos en su complejidad. Comparto con él que enseñar a los ciudadanos una buena historia es necesario para entender la complejidad de la realidad y asumir responsabilidades. Estos dos principios son fundamentales para cultivar la tolerancia y la convivencia en libertad.

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