La carencia de suministros básicos, con el problema añadido que supone la interrupción de ciertas cadenas de producción industrial, es una nueva realidad que tiene su origen en la covid y que está trastocando la recuperación económica de España. Desde la alimentación al automóvil, la falta de piezas y productos se ha convertido en una constante que genera una intermitencia en los procesos que causa un incremento directo en los precios y arruina toda planificación. Sin una estabilización de la red de suministros la economía nacional se está viendo superada por otros países con mayor poder y capacidad adquisitiva

La interrupción de buena parte de los procesos industriales por culpa de la covid ha generado un problema en los canales de distribución y suministro que se ha visto especialmente acusado por una tensión añadida entre la oferta y la demanda. Se ha recuperado la producción, pero ahora se es víctima de una demanda altísima y fuertemente condicionada por un incremento de los costes de transporte que ha terminado por adulterar el normal tráfico de mercancías.

De este modo, los grandes consumidores, dispuestos a elevar los precios para garantizar sus suministros, están concentrando una demanda que deja a países como España en riesgo de desabastecimiento. La falta de visibilidad con la que a lo largo de estos meses se ha convivido, con aperturas y cierres repetidos e inesperados y con una demanda alejada de toda estabilidad, ha hecho que no existiera una demanda ordenada, permitiendo que los productores orientasen sus mercancías hacia aquellos países con mayor peso industrial. Mantener la producción requiere de certezas y la primera de ellas, aparte de la sanitaria, es la que hace mención a la estabilidad del consumo.