Hay que cerrar Oxford

Universidad de Oxford
Universidad de Oxford
HA

No se asuste el lector si por el título del artículo ha pensado que iba a hablar de la vacuna de Astra Zeneca, desarrollada conjuntamente con los investigadores de la Universidad de Oxford. 

De esta universidad sí tratan estas líneas, pero de su labor docente, no de la investigadora.

Nuestras autoridades universitarias han decidido que se van a prohibir en España los grados de tres años. Las universidades tendremos dos años para adaptarlos a un plan cuatrianual o eliminarlos de la oferta académica. El objetivo, según dicen, es acabar con la impartición de estudios de baja calidad. La medida, junto a la limitación de crear universidades privadas que no se ajusten a unos determinados parámetros, está claramente basada en la creencia de que todo lo que no concuerda con unos reglamentos administrativos concretos es un producto de escaso valor que solo sirve para engaño de ilusos. Mi objetivo hoy es llamar a la reflexión sobre si esta medida puede ayudar de verdad a la mejora de nuestro sistema universitario, o si no estaremos confundiendo calidad con cantidad.

En España se ha decidido eliminar los grados universitarios de tres años, pero en
dos de las universidades más prestigiosas del mundo, Oxford y Cambridge,
las titulaciones de tres años son habituales, lo que no impide la excelencia

Para ello me he fijado en lo que hacen dos de las universidades más prestigiosas de Europa y del mundo, Oxford y Cambridge, cuya fama hace innecesaria una explicación de quiénes son. Estoy convencida de que su prestigio no viene porque hayan practicado un márketing excepcional durante siglos. Su excelencia docente es la que les permite ser un referente mundial incuestionado.

Una mirada a sus planes de estudios (el lector puede acceder a ellos en sus respectivas páginas web) nos permite comprobar varias cosas. La primera es que cada universidad exige una formación previa con una determinada calificación mínima para cada titulación. Esto hace que los alumnos admitidos estén lo suficientemente preparados para recibir la formación impartida y puedan alcanzar los rendimientos exigidos. Otra característica destacable es que, en varias de sus titulaciones, determinados cursos deben ser recibidos en el extranjero, sobre todo si el mejor aprendizaje recomienda el estudio ‘in situ’. Pero lo que quiero destacar hoy es la duración de sus grados, o ‘bachelor’ en su terminología. Las nuevas admisiones se centran en grados de tres años (69% en Oxford y un 76% en Cambridge), seguidas por aquellas que ofrecen la posibilidad de hacer un grado de tres años y otro año adicional para el título de máster (35% en Oxford y 17% en Cambridge). El tercer nivel de entrada lo ocupan las titulaciones que solo ofrecen la posibilidad de cursar hasta el nivel de máster (8% en Oxford y 7% en Cambridge), quedando un exiguo porcentaje para los grados de más de tres años (4% en Oxford y 7% en Cambridge), con las titulaciones biomédicas como protagonistas de este segmento. Esta oferta se completa con todo un conjunto de estudios de postgrado, para una mayor profundización y especialización en la titulación. Es decir, las universidades más prestigiosas de Europa se centran más en el nivel de conocimiento de entrada de los alumnos, en la necesidad de que se cursen años en los mejores lugares para cada aprendizaje y en qué plan es el más adecuado para cada formación. La regla general de un grado es de tres años, pero solo eso, la regla general.

Está claro que creen firmemente que la máxima calidad docente se alcanza adecuando la planificación académica de cada estudio a las necesidades de este, y no fijando por decreto medidas igualitaristas o cercenando las iniciativas que no siguen la ortodoxia imperante. Está claro lo que opinan del café para todos.

En España tenemos mucho que aprender en estos temas, pero todo parece indicar que no queremos comenzar a andar por la senda por la que los mejores ya llevan tiempo transitando. A demasiadas personas se les llena la boca implorando la excelencia, pero olvidan que ninguna organización es capaz de alcanzar sus metas si su organización y su política no están orientadas hacia esos fines. No es posible disfrutar de una puesta de sol si seguimos mirando al este.

Si todo lo anterior no fuera cierto, habría que cerrar Oxford y Cambridge.

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