Infancia y cambio climático

'Infancia y cambio climático'
'Infancia y cambio climático'
F.P.

Los días y las semanas se van sucediendo de una forma rutinaria, aunque no exenta de azares sobrevenidos o buscados. 

Todas las experiencias van a una especie de mochila que cada cual porta consigo. El peso y el tamaño de cada suceso, deseo, anhelo o frustración no está fijado. Lo que para unos es, prescribe para otros. La experiencia particular compondría un relato diferente, íntimo, con más o menos orden. Para nada semeja un sumatorio, sino algo secuencial extraído de la realidad. Tanto es así que la mayoría de las personas adultas, cuando quieren mirar atrás, se dan cuenta de que olvidaron muchas escenas.

Es más, da la impresión de que muchas vivencias han sido pasadas por una especie de alambique de ficción. No son lo que parecen porque casi nadie se ocupa de buscar el reverso de las apariencias. Todo esto viene a cuento de que la infancia ocupa las primeras hojas del cuaderno de la vida climática. Pongamos por caso la experiencia escolar de niños, jóvenes y adolescentes. A ratos parece una invención, con tantas normas y protecciones. A la vez convive con episodios críticos que los llevan a la edad adulta. La vida infanto-juvenil está llena de continuidades rotas.

El cambio climático es una secuencia acumulativa. Quizás lo sentimos así los preocupones educadores y algunos adultos, y todo es más sencillo. Pero no está de más observar verosimilitudes, aunque las deducciones no sean óptimas. Cada escena y pensamiento forman parte de un todo condicionado por esa nebulosa llamada emergencia climática. Algunos extremos se pueden mitigar; en otros es irreversible. Ante ella solamente cabe la compleja adaptación, o la migración masiva a las ciudades o hacia los países ricos, con graves casos a diario; en nuestras fronteras o lejos.

Buena parte de lo anterior me surgió tras leer la alerta lanzada en la ‘Declaración de las sociedades pediátricas sobre la respuesta al impacto del cambio climático en los niños’, de la Sociedad Internacional de Pediatría Social y Salud Infantil, divulgada por ‘The Journal of Climate Change and Health’. En ella se hacen distintas consideraciones que definen la grave certeza del cambio climático y se proponen acciones urgentes para paliar los posibles riesgos.

La Sociedad Internacional de Pediatría Social y Salud Infantil advierte
de las consecuencias negativas que está teniendo el cambio climático
en la salud de los niños en los países más vulnerables

Allí se relaciona el cambio climático con el deterioro en la salud global, en particular en ámbitos de pobreza y en países de ingresos bajos y medios, donde interacciona con el hambre y otros males. Esas afecciones serán más peligrosas en la infancia, por su vulnerabilidad, porque acumulará secuelas en la mochila de su vida debidas a: frecuentes fenómenos meteorológicos extremos; aumento de dolencias transmitidas por alimentos, agua y otros vectores; cifras crecientes de enfermedades relacionadas con microtoxinas; incremento de la contaminación del aire por causas diversas; explotación excesiva de los recursos naturales de la tierra y del mar que amenazará la seguridad alimentaria; conflictos derivados de la competencia por el agua, los alimentos y otros recursos, etc. Todos ellos dañarán cada vez más la salud general y mental de los niños y jóvenes, su bienestar, ahora mismo y en las generaciones venideras.

En consecuencia, hace un llamamiento a todas las sociedades pediátricas del mundo para comprometerse a educar en lo global, camino que individual y colectivamente ha de conseguir "minimizar el uso de combustibles fósiles, disminuir las emisiones globales de carbono, proteger los recursos naturales de la tierra, mitigar el impacto del cambio climático en los niños y lograr la justicia climática". Pregona un mundo ecosocial y sostenible, apoyado en la ética.

Hay una inquietante imagen que me persigue. Es algo así como una despreocupación general que conduce a no comenzar inmediatamente una decidida acción global ante el cambio climático porque supondría acabar de golpe con nuestros estilos de vida. Entremezclándose con ella aparecen los alevines de criaturas marinas que cuando adultos acumulan graves dosis de metales pesados o plásticos. Un mal sueño. Una vez reposado recuerdo aquel informe, ‘El impacto del cambio climático en la infancia de España’, preparado por Ecodes para Unicef y publicado en 2017. Repaso su agenda para la acción, para la consecución de los derechos humanos, y me digo: los pediatras insisten en medidas similares.

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