Por
  • Francisco José Serón Arbeloa

Optimización

La demanda mundial de electricidad caerá un "histórico" 2 % en 2020
'Optimización'
Pixabay

Supongamos que tenemos que calcular el coste de un producto, que denominaremos objetivo a alcanzar, teniendo en cuenta el valor económico de cada uno de los recursos materiales y humanos, el tiempo necesario de cada proceso para su fabricación, los impuestos, los beneficios deseados, … que denominaremos conjunto de parámetros de los que depende el objetivo. 

Y ahora planteemos que nuestro deseo sea el descubrimiento de los mejores valores de los parámetros que nos permitan alcanzar el valor mínimo del objetivo.

Situaciones análogas se pueden encontrar en problemas matemáticos, científicos, informáticos, económicos, … y se engloban bajo uno de los paraguas de la matemática aplicada denominado optimización. En el caso más simple, un problema de optimización consiste en maximizar o minimizar un objetivo eligiendo sistemáticamente valores permitidos de los parámetros de los que depende el objetivo.

Les puedo asegurar que este tipo de problemas no son nada fáciles de resolver, lo que se refleja en la existencia de un gran número de algoritmos propuestos para encontrar soluciones a los diferentes tipos de estos problemas. La dificultad radica, como se podrán imaginar, en que hay numerosas posibles soluciones diferentes e intentamos encontrar la más adecuada.

Desde un punto de vista general, suena bien cuando alguien dice que se ha optimizado algo, ya que se interpreta que se ha hecho porque se buscan mejores resultados, más eficacia o mayor eficiencia, pero sobre todo eliminar los elementos innecesarios que no aportan o restan valor al proceso, producto o servicio. Pero si reflexionamos un poco, podemos considerar que no todo proceso de optimización es beneficioso para todos. Cada proceso de optimización tiene al menos tres puntos de vista: el del que lo busca, el de usted y los de los demás. Y normalmente no tienen por qué ser coincidentes. De hecho, piense en el impacto que las personas sufren como resultado de algunos de los procesos de optimización que actualmente estamos “disfrutando”. A modo de ejemplo: eliminación de oficinas bancarias, exigencia abusiva de productividad laboral, contrataciones vergonzosas por meses, días, horas, …, despidos o deslocalizaciones a veces inexplicables. ¡Y qué me dicen del precio desbocado del dichoso Megavatio hora, que está rompiendo todas las barreras éticas y lógicas! Fuentes del sector nos explican que ese aumento se debe al alto precio del gas, de los derechos de emisión de CO2, de la menor contribución de las renovables, las altas temperaturas, … aspectos que inicialmente son todos entendibles. Pero lo que a mí me decepciona, desilusiona, defrauda, descorazona, es la decisión irracional tomada en la Unión Europea de someter a subasta el precio de la energía, lo que la hace siempre susceptible de la indeseada especulación, unido al hecho de que, aunque tenemos sólo una parte de la generación eléctrica que es cara, sin embargo, el marco europeo que regula el funcionamiento de los mercados eléctricos hace que toda la electricidad sea retribuida al precio de la más cara.

Como ven, tanto los responsables de las compañías energéticas, como los políticos responsables del bienestar de las personas, pasan olímpicamente de utilizar herramientas racionales de optimización y dejan en manos del imperfecto mercado la fijación de los precios a través del libre juego de la oferta y de la demanda, es decir, de la avaricia, de la distribución desigual de la renta, del abuso de poder, de la competencia irregular, ... ¿Cómo les explico este comportamiento absurdo a mis alumnos cuando hablemos de los procesos de optimización y de la larga lucha inacabada del ser humano por enfrentarse de forma racional a este tipo de problemas? ¿Se imaginan las caras de todos los que estemos en esas clases, con la luz apagada para evitar gasto, cuando me oigan finalizar el último día con la frase de Keynes “Los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes mantener tu solvencia”?

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