La crisis de los microchips
La escasez de semiconductores está teniendo efectos muy negativos en diversas industrias de todo el mundo, con una notable repercusión en Aragón, donde afecta a fábricas con un gran peso en la economía de la Comunidad, de modo que será difícil evitar que el crecimiento del PIB regional se resienta.
Empresas y gobiernos tienen que reflexionar sobre lo que está sucediendo y ajustar sus estrategias y sus políticas para prevenir en el futuro situaciones similares.
El origen próximo de la falta de microchips estaría en cambios de hábitos que se han producido durante la pandemia, que han provocado un incremento de la demanda de productos tecnológicos. Pero seguramente hay causas más de fondo, pues la capacidad de producción de estos componentes -cuya fabricación requiere costosas inversiones y una delicada tecnología- no ha crecido lo suficiente para satisfacer las necesidades de una economía global en proceso de digitalización. Por añadidura, la concentración de las fábricas de chips en unas cuantas empresas y muy pocos países añade riesgos políticos a un sector industrial que es insustituible. La crisis de los chips se deja sentir en todo el mundo, pero supone para Aragón un inquietante motivo de preocupación, al afectar a actividades industriales como la automoción o los electrodomésticos que son pilares esenciales de la economía de la Comunidad. Puede también acabar contribuyendo a un crecimiento de la inflación debido al desajuste entre una demanda creciente y una oferta insuficiente. Con los proyectos de transformación económica que se quiere poner en marcha en muchos países, no sería extraño que cuellos de botella parecidos apareciesen en otros aspectos de la cadena productiva. De manera que las empresas deberán repensar sus métodos organizativos para ser menos vulnerables. Y los gobiernos y la Unión Europea habrán de fomentar inversiones en sectores estratégicos para evitar depender excesivamente del exterior.
