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  • EDITORIAL

Las mujeres en Afganistán

Atención a una mujer afgana a su llegada a España desde Kabul.
Atención a una mujer afgana a su llegada a España desde Kabul.
Juan Medina / Reuters

Hay en el mundo muchos, demasiados, regímenes despóticos y que avasallan los derechos humanos. 

Pero la tiranía que los talibanes implantaron en Afganistán entre 1996 y 2001, y que con toda probabilidad se disponen a instaurar de nuevo, tiene un carácter especialmente odioso. Porque pervierte la religión en nombre de un fanatismo que hace retroceder a la sociedad a tiempos oscuros; y porque reserva a la mitad de la población, a las mujeres, un trato extremadamente degradante, borrándolas del espacio público.

Es cierto que durante los veinte años de presencia occidental en Afganistán las mejoras en la situación de las mujeres fueron parciales y se circunscribieron a algunas grandes ciudades y, sobre todo, a la capital. Pero sin embargo supusieron un paso adelante muy real, un cambio esperanzador en una sociedad donde imperaban antes valores tradicionales fruto de una interpretación rigorista del islam. Ahora, tras la retirada de las tropas estadounidenses y de la OTAN, y a pesar de las declaraciones de líderes talibanes, hay que temer que se produzca un brusco retroceso, que vuelva a prohibirse a las mujeres trabajar o estudiar, o hasta salir solas, y que el burka se convierta de nuevo en el símbolo de un trato abyecto, que choca de frente con el más elemental respeto a los derechos de las personas y con la aspiración a la igualdad. Ante un sistema que lleva al extremo el islamismo político y lo aplica por la fuerza y con crueldad, sometiendo y humillando a las mujeres, los gobiernos y la opinión pública de Occidente no pueden permaneces indiferentes. Hay que buscar los medios -diplomáticos, informativos, económicos, etc.-, para presionar al régimen talibán, limitar en lo posible sus excesos y mejorar la suerte de las mujeres afganas. Occidente ha sufrido en Afganistán una seria derrota, pero no puede renunciar a defender los valores del humanismo, la igualdad y la libertad frente al oscurantismo.

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