Rodríguez

José Luis López Vázquez popularizó en el cine el personaje del rodríguez.
José Luis López Vázquez popularizó en el cine el personaje del rodríguez.
Carlos Moncín / HERALDO

Durante la cena ha tenido que subir el volumen de la tele. 

Se había extinguido el fuego fatuo inicial y lo abrumaba la inmensidad del piso. Después, en el baño, sin otro ruido que el del cepillado dental, pues la cisterna ya se había repuesto, en el espejo ha visto de reojo su rostro de rodríguez, ese «hombre casado que se queda trabajando mientras su familia está fuera», según la Real Academia.

Esta definición no dice que el rodríguez se divierta de lo lindo, connotación que sí hace suya la cultura popular, siquiera con el sarcasmo que le puso José Luis López Váz-quez en la película de 1965 ‘El cálido verano del señor Rodríguez’, de Pedro Lazaga, que al parecer dio origen al término. Sin embargo, tal omisión no basta para captar la esencia oscura del rodríguez, a quien le duran poco las expectativas que quizás se hubiera hecho, respecto a disponer de todo su tiempo no laborable, de su casa y, en definitiva, de su libertad, incluida la que, conforme al canon más promiscuo, lo predispone a echar una cana al aire.

La realidad es que, a las pocas horas de estar solo, sobre todo cuando se cierne la noche y lo que solía ser un hogar se convierte en un lugar lúgubre lleno ausencias, al rodríguez se le apoderan, sin que ya lo abandonen, el sinsentido, la congoja y un no saber estar. Por supuesto, no se le oirá quejarse. Al revés, en público y en privado se mostrará exultante. Nadie ha de darse cuenta de que a este rodríguez le va la vida en confiar en que su familia vuelva, para ocupar el sofá, el ordenador o el baño, pero, más que nada, para estar pendiente de él.

jusoz@unizar.es

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