Haití, golpeado por la adversidad

Efectos del terremoto en Haití.
Efectos del terremoto en Haití.
Duples Plymouth / Efe

Terrible, el destino de Afganistán, que vuelve a caer en manos de los odiosos talibanes; y no menos trágico, el sino de Haití, que por enésima vez vuelve a ser golpeado por la desgracia. Se diría que hay países destinados a sufrir sin tregua.

La convulsa historia social y política de Haití, agitada por crímenes, dictaduras, violencia fanática, revoluciones y golpes de Estado va paralela a su miseria económica. En medio del mar Caribe, un paraíso turístico que otros países de la zona aprovechan en mayor o menor medida, Haití es, según algunas cuentas, el país más pobre del mundo. Y le toca pechar además con una cuota fatídicamente elevada de desastres naturales.

Tampoco en Haití la intervención militar internacional, iniciada en 2004 por iniciativa de la ONU, tras el derrocamiento del presidente Aristide, ha conseguido aportar una estabilidad política permanente. Hace apenas un mes, el presidente Jovenel Moise fue asesinado por un grupo de mercenarios, instigados al parecer por un rival político. Y la violencia sectaria -que trae el recuerdo de los diabólicos ‘tonton macoutes’ de hace años- vuelve a ser rampante y en pocas semanas ha desplazado de sus casas a 13.000 personas, según la ONU.

En 2010, después de un terremoto que destruyó el país y dejó 200.000 muertes, Haití recibió un torrente de ayuda internacional. En 2016 fue golpeado de nuevo muy duramente por los efectos del huracán Matthew. Ahora le viene encima un nuevo seísmo, al que de momento se atribuyen ya varios centenares de muertos. Lo que está ocurriendo en Afganistán es muy inquietante, pero no hay que perder de vista a Haití, que una vez más necesitará de la solidaridad general.

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