Comunión covid

La vacuna protege al 80% a los ancianos de las residencias.
La vacuna protege al 80% a los ancianos de las residencias.
André Coelho / Efe

La quinta ola covid-19 ha traído novedades como el perfil de los pacientes, más jóvenes, lo que ha contribuido en buena medida a que los ingresos hospitalarios y las muertes hayan sido mucho más bajos que en otras olas. 

Sin embargo, esta ola, desbocada pero menos agresiva, ha puesto sobre la mesa las debilidades de una situación en nuestro país que habíamos olvidado (de nuevo): las residencias. En un documento publicado por el Ministerio de Sanidad este pasado viernes, se afirmaba que la efectividad de las vacunas en ancianos residentes en estos centros es del 81%. Es decir, ocho de cada diez personas de este perfil -vulnerables, muchas veces con varias enfermedades…- están protegidas del contagio por covid-19. Sin embargo, dos de cada diez podrían contagiarse, si bien aunque esto ocurriera la probabilidad de que fallezcan por este coronavirus es mucho menor al estar vacunadas. Pero es cierto que el propio Ministerio de Sanidad advierte que este hecho hace esencial que en las residencias se mantengan las medidas de distancia y mascarilla, y que se procuren contextos de baja incidencia de la covid-19. Asignatura, esta última, que extramuros no habíamos priorizado en exceso en estas últimas semanas.

Y es que estos días han sido los del soniquete de que ‘no hay que criminalizar’, que es un latiguillo muy de moda cuando la chapuza es colectiva. Ante el desparrame de incidencia, no hay que criminalizar a los jóvenes, ni a los adultos ni a nadie por lo visto. Se ve que si el Gobierno permite ir sin mascarilla en la calle y abre los interiores de los bares, la sociedad no somos lo suficientemente madura como para entender que una cosa es que algo se pueda hacer y otra que se deba. En base a la actual corriente de opinión, tampoco se puede decir que los jóvenes no han tenido todo el cuidado que deberían; o que los padres y madres no han sabido decirles que echaran el freno de mano. El desbarajuste de transmisión, por tanto, no ha tenido culpables, cosa que le ha venido bien a los Gobiernos y a toda la sociedad. Ha sido, quizá, el primer acto de comunión en año y medio de pandemia. ‘No criminalizar’ es el nuevo echarse gel en interiores sin mascarilla: una inmaculada redención. La situación de las residencias, a cambio, ya está trayendo nuevos brotes.

@juanmaefe

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión