El coste de la gloria
Pongamos que a uno de sus hijos le encanta una disciplina deportiva y le dice que quiere dedicar su tiempo a especializarse en ella.
Pongamos que quien le entrena en la misma le dice que puede llegar a lo más alto. Y usted cede y deja que, desde entonces, toda la vida de su hija o de su hijo gire en torno a ese deporte. O, al revés, rechaza la propuesta porque sabe que la gloria sólo está reservada a unos pocos, que el resto dedicará sus esfuerzos, intereses y horas libres, y asumirá un montón de ausencias, para disfrutar de algún momento feliz y unos cuantos aplausos. Y nada más, porque luego llegará el momento en que ya no podrá seguir en aquello que le apasiona, porque no será tan joven, o demasiado brillante o porque ya no soportará la presión a que está obligado para seguir siendo el número uno.
Esta semana ha sido noticia la retirada de las Olimpiadas de la gran gimnasta artística estadounidense Simone Biles, una figura impresionante, la mejor, dicen. Biles no ha soportado más la presión a que está sometido quien es el número uno. Al final, toda la vida vivida en un suspiro lleno de tensión y agobio ¿para qué?
Recuerdo la frase más famosa de la popular serie televisiva ‘Fama’. La profesora decía a sus alumnos: "Tenéis muchos sueños, buscáis la fama. Pero la fama cuesta, y aquí es donde vais a empezar a pagar". Yo misma llegué a bromear con esa frase de tono tan trágico, aunque aquella profesora estaba en lo cierto. Haces un repaso y ves que son muy pocos los que han alcanzado no solo la gloria, sino una cierta paz. Pobres grandes estrellas.