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Cartas al director de HERALDO: 'El incierto destino de las cintas de vídeo'

En 2007 el vídeo digital desbancó definitivamente al VHS
'El incierto destino de las cintas de vídeo'
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'El incierto destino de las cintas de vídeo'

Estoy seguro de que lo que voy a contar, que ha sucedido en mi casa, habrá pasado o estará pasando en muchos otros hogares. 

Ante la evolución de la tecnología del entretenimiento, las cintas de vídeo VHS, en las que en otros tiempos hemos visto muchas películas, se han vuelto inservibles. Las superaron primero los DVD y, ahora, lo del vídeo a la carta a través de internet. Ya hace tiempo que el antiguo aparato de vídeo, magnetoscopio lo llamaban algunos, desapareció de casa para ir a parar a un punto limpio. Ahora nos planteamos hacer sitio en las estanterías y cajones desprendiéndonos de nuestra modesta colección de cintas, algo menos de un centenar. Pero, ¿qué hacer con ellas?, ¿dónde llevarlas? Una oferta que hice, a través de los grupos de Whatsapp, a familiares y amigos solo provocó la hilaridad general. Unas catas que lancé llamando a varias ONG me hicieron comprender que tampoco en países del tercer mundo deben tener ya vigencia estas cintas, pues ninguna estaba interesada. Así que, pensé, nuestra obsoleta colección de vídeos VHS, de la que un tiempo hasta llegamos a estar medianamente orgullosos, no tendrá otro destino que el ‘punto limpio’, que al menos garantiza el reciclaje de algunos materiales. ¡Pues no señor, ni siquiera eso! Resulta que, después de hacer un par de llamadas a servicios municipales, descubro, sorprendido, que los puntos limpios de Zaragoza –que no creo que sea una excepción en España– ya no admiten cintas de vídeo. Antes lo hacían, pero ahora no, porque se ha decidido que no son un residuo ‘peligroso’. Peligrosas no serán, pero echarlas a la basura general –como me recomendaron que hiciera en el Ayuntamiento– es un desperdicio de materiales que me resulta inconcebible en estos tiempos de tanta preocupación ecológica y ambiental. No lo entiendo.

José Luis Cabañero White. Zaragoza

'Seguir llevando mascarilla en la calle'

En el HERALDO de hace pocos días se destacaba que la incidencia acumulada en el grupo de 60 a 69 años se ha triplicado esta semana. Un lector señalaba en su carta que los que aún llevamos mascarilla por la calle padecemos de falta de autoestima. A este grupo de edad nos adjudicaron la Astra Zeneca después del parón de abril, cuando los voluntarios de los ensayos tenían menos de 55 años. Más riesgos, menos protección y una distancia entre dosis que nos ha hecho llegar al verano a medio vacunar. Yo me puse la segunda hace ocho días y tengo el certificado de vacunación, pero realmente no estaré protegida hasta primeros de agosto y hay muchos que será entonces cuando les toque su segunda dosis. En el pueblo salgo de mi casa a la calle y, como ya se podía, solo usé la mascarilla en contadas ocasiones. En la ciudad, salvo los que disfruten de un chalé, hay que circular por el interior de un edificio, tanto bajes andando como en ascensor. Es curioso que por el día la mayoría llevamos mascarilla. El día 3 madrugué para ir de excursión y pude ir casi todo el tiempo sin llevarla, hasta el punto de reunión, sin embargo, volviendo hacia la medianoche, no me la pude quitar en ningún momento porque había mucha gente en la calle y nadie (de cualquier edad), salvo los que paseaban al perro o yo, llevaba mascarilla. Incluso en San Sebastián, donde el año pasado no se utilizó hasta que no fue obligatoria, este año la llevaban casi todos. No es falta de autoestima sino lo contrario, me quiero lo suficiente como para evitar riesgos innecesarios, solo se trata de sentido común, que estamos en plena ola.

Juana Mary Lecumberri. Zaragoza

'Grata sorpresa en una exposición'

Un cartel en la puerta del palacio Sástago anuncia una exposición de tauromaquia de principios de siglo pasado. ¡Qué curioso!, le digo a mi pareja. Quiero verla, no me gustan las corridas de toros pero me atrae la estética del mundo taurino. Varias salas exponen pinturas y dibujos de toreros y fiestas taurinas, carteles coloristas pintados a mano. Destacan en los carteles toreros vestidos de luces, montera en mano, saludando al gentío. Pasamos por las distintas salas, miramos con tranquilidad imágenes de un pasado cargado de historia. Nos llama la atención una caricatura en blanco y negro de un picador apodado el Melones. El cuadro, de 40x30, dibuja a un hombre corpulento elegantemente vestido, sentado a caballo, sosteniendo las riendas del animal. En su pechera lucía un pañuelo sujeto por un grueso diamante, que el dibujante marcó con destellos. Mi compañero lee atentamente el nombre del picador caricaturizado porque le suena el mote. Al llegar a casa indaga sobre el nombre de dicho picador en internet y descubre que se llamaba Antonio Codes, su tercer apellido. Recuerda que cuando visitaba a sus abuelos paternos se hablaba de este picador, padre de su abuela, y así confirmó que era su bisabuelo. Grata sorpresa.

Pilar Valero Capilla. Zaragoza

'Justicia y sentido de Estado'

No soy experto en asuntos de Justicia, pero me gusta entender los porqués de los titulares de la prensa o de las declaraciones de los políticos. Tras la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre le declaración del estado de alarma se han producido comentarios en pro y en contra. Uno de ellos acusa al TC de falta de sentido de Estado. Por sentido de Estado, en mi opinión, se pueden admitir dos conceptos; el primero está estrechamente ligado a la labor del gobierno, es pues un concepto exclusivamente político, no necesariamente institucional, en el que cabría incluir las soterradas tareas para defender gobiernos, lo que se ha dado en llamar ‘trabajos de fontanería’. Por tanto, nos hallamos ante un concepto temporal, cambiante a tenor de la posición gubernamental. El segundo está más ligado al régimen, a la constitución, a las bases que conforman la nación. Esta segunda concepción supone algo más profundo y duradero pues arraiga en los valores admitidos por el pueblo y refrendados por escrito. El papel del poder judicial es independiente del ejecutivo, incluso del legislativo, su sentido de Estado, su deber respecto a la nación es, precisamente, mantener esa independencia y hacer que se cumpla lo pactado por todos, es decir las leyes, en especial la Constitución. Según esta concepción, quien carece de sentido de Estado es quien intenta separar Estado de comunidad autónoma, como si fueran entes ajenos, incluso contrapuestos; y falta también quien se niega a recibir y saludar al Jefe del Estado. Y, finalmente, carece de sentido de Estado quien se ausenta de las celebraciones nacionales, y ni siquiera se hace representar en la mesa donde se dirimen las medidas para hacer frente a la pandemia. Las declaraciones que citaba al inicio corresponderían, por tanto, a la primera de las concepciones del Estado, a la ligada al gobierno.

Luciano Ibáñez Dobón. Zaragoza

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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