La campana de Sánchez

Foto de grupo del nuevo Consejo de Ministros.
'La campana de Sánchez'
Jon Nazca/EFE

Conocer a los afortunados para escogerlos; y a los desdichados, para rechazarlos". 

Es una de las recomendaciones de Gracián en ‘El arte de la prudencia’. Pedro Sánchez ha querido cumplir la segunda parte del aforismo al desmontar la parte socialista del Gobierno como un mecano. Las fotos de los primeros gobiernos han amarilleado muy rápido; apenas un puñado de ministros perviven desde el primer posado de la era Sánchez en la escalinata de La Moncloa. Los rostros se desdibujan, aunque aquí destaca el de la primera ministra aragonesa, Pilar Alegría.

El presidente ha escrito el guion de un final cruel para dos personajes que fueron todopoderosos y que amaban las series: Pablo Iglesias e Iván Redondo. La ‘poda’ de Sánchez es como una Campana de Huesca, un aviso, por si hiciera falta recordarlo, de quién es el que manda. Y una confesión de que el desgaste iba en serio.

La gestión de la pandemia; los indultos; las alianzas inconvenientes; el ‘tsunami’ de las elecciones de Madrid... han asomado en forma de castigo, en las urnas y en las encuestas. En la quinta ola de la pandemia, con el sudoku autonómico de restricciones y un tercer aviso del Tribunal Constitucional en pocas semanas, la realidad se ha impuesto sobre el relato y la escenografía.

Dice también Gracián que el mejor truco en el juego es saber descartarse. Suele pasar que los más fieles se convierten en testigos incómodos. De ahí el descarte ministerial al peso que ha acometido Sánchez. El tiempo dirá si ha atinado para recuperar la fortuna extraviada. 

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