Una movida distraída

Los jóvenes nacidos entre 1995 y 2010 tienen mucha facilidad para asimilar conocimientos del mundo digital.
'Una movida distraída'
Freepik.

Una de las cosas más interesantes de la Europa poscovid será el renacer de la juventud en esa presunta Movida Madrileña versión siglo XXI que algunos se prometen tras casi dos años de contención y, sobre todo, con la llegada de un buen chorreo de millones de euros que vendrá de Europa. 

Ya Isabel Díaz Ayuso apuntó que llegaba "una revolución solo asimilable a la Movida de los años ochenta". Pero no solo es cosa del PP. El PSOE lleva meses construyendo un andamiaje político-cultural a través de Radio Televisión Española enfocado en el canal Playz, donde jóvenes habitualmente ajenos al enfoque social de ricos y pobres, de precariado y privilegiados, debaten desde torres de marfil sobre cuestiones que teóricamente preocupan mucho a las generaciones que habrán de construir la España del presente y de las próximas décadas. Le sirve esto al PSOE para estructurar en una excesiva diversidad de debates sin compromiso la agenda política que querrá marcar para los próximos años; y no tardará el PP en articular la suya propia para hacer la campaña.

Lo curioso va a ser observar si la juventud contemporánea va a caer de nuevo en la trampa de los años 80, cuando las elites políticas y económicas construyeron una falsa revolución donde la transgresión eran los pelos de colores, decir tacos y el hedonismo. Un cambio estético, un barniz, para que las cuestiones de calado pudieran seguir igual. Desde luego, la situación no es la misma: ahora la libertad de expresión es la costumbre, como lo es la libertad sexual, y los canales de comunicación son mucho más amplios. La política en cambio sigue ofreciendo una imagen aburrida y no ha ganado peso en la idea de que realmente puede ser una herramienta transformadora. Eso, unido a que ya veníamos hedonistas de serie y huidizos de la etiqueta precariedad, abre todo una panel de dudas sobre cómo será o si existirá una batalla entre el control político y la organización social para plantar cara a las corrientes privilegiadas que traten de distraernos de la España que queremos.

El hambre de libertades superficiales es tan escaso por saciedad, que no imagino qué caramelos pondrá el sistema para entretenernos; las ganas de sentirnos únicos son tan bestiales que no sé ni si hará falta distraernos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión