Castellano exótico
Hoy me ha dado por centrarme en la lengua española.
¡Que se note que soy lingüista! Hace unas semanas planteé a mis ‘seguidores’ twitteros (@octimana) una encuestilla: ‘¿Qué te parece más exótico del castellano?’. Les propuse cuatro posibilidades y así acabó la cosa:
1. Reglas de acentuación. Quedó en cuarta posición, casi con menos apoyos que España en Eurovisión: 7’9%. ¿Y por qué no se acentúan guion, truhan, liais, fieis o solo? Nos interesa tan poco saber acentuar bien que nos deja indiferentes una tilde más o menos.
2. El signo inicial de interrogación (?). Medalla de bronce, con el 26%. Es marca caracterizadora del castellano, que alucina a extranjeros y que invita a muchos españoles a prescindir de ella en casi todo tipo de registros. Yo encuentro útil saber desde el principio si estoy preguntando por algo o por alguien. Pero es que yo soy raro.
3. Hubiere cantado. Subcampeón, por los pelos: 26’7% de los votos. Ese arcano futuro perfecto del subjuntivo suena raro incluso a quienes tenemos el estudio de la lengua como trabajo. Las leyes (nunca mejor dicho) nos lo protegen: ‘el que hubiere sido condenado dos veces por falta…’, ‘aquel que hubiere incurrido en dolo…’.
4. And the winner is: nuestra pizpireta Ñ. Tampoco es para echar cohetes ni reventar piñatas: 39’4%. ¿Da juego? Pues juzguen ustedes mismos: anejo y añejo, cana y caña, mano y maño, panal y pañal. ¡Por no enredar con palabras como año o como cono!
Como diría el loco: gramática parda… ¡que la lengua arda!