Por
  • José María Gimeno Feliu

El valor de las vacunas

Opinión
'El valor de las vacunas'
F.P.

Los efectos de la pandemia sobre la salud y la economía son muy evidentes y ponen de relieve la importancia de aprender para anticiparse a situaciones futuras semejantes. 

Por supuesto, para adaptar nuestro marco normativo a eventualidades de este tipo con la finalidad de dotar de certeza y de la necesaria eficacia a las decisiones, asegurando el equilibrio con el ejercicio (y sus modulaciones) de libertades y derechos constitucionales. Año y medio después, con más optimismo, se vislumbra un horizonte de normalidad gracias a la vacunación (que ha supuesto un antes y un después en el ‘combate’ de la pandemia). El valor de las vacunas es evidente. Lo que pone de relieve varios aspectos que no pueden olvidarse. El primero, el valor de la investigación y de la innovación para, en un tiempo récord, ser capaces de dar con la solución adecuada. Sin la investigación no solo no hay progreso, sino que se ponen en riesgo las principales actividades de nuestra sociedad. Por ello, más que nunca, no puede olvidarse lo importante que es invertir en innovación y en nuevas ideas. Sin una estrategia que haga de la innovación una de las palancas tractoras de nuestro modelo económico pondremos en riesgo, otra vez, el futuro de la sociedad. Público y privado deben asumir como imprescindible este principio.

El segundo aspecto, al margen de ideologías, es la importancia de la colaboración público-privada en una estrategia coordinada e impulsada por autoridades públicas para poder conseguir el necesario equilibrio entre el beneficio/riesgo de las empresas (hay que recordar que el entorno de investigación y comercialización requiere de importantes esfuerzos financieros) y la mejor calidad asistencial de todos los ciudadanos. El esfuerzo, desde los distintos aspectos, realizado por las diferentes compañías farmacéuticas (y su red de empresas que las complementan) no puede ser cuestionado. Y pone de relieve lo trascendental que es evitar deslocalizaciones de este tipo de empresas, claramente estratégicas en una visión geopolítica moderna.

La experiencia de la vacunación debe impulsar un cambio en nuestro modelo socioeconómico

Un tercer aspecto, de gran importancia, sería el de la necesidad de superar limitadas visiones nacionales contra una pandemia que no entiende de fronteras. La vacunación debe repensarse a escala mundial, aportando soluciones cooperativas que sean eficaces en todos los países (lo que no necesariamente aconseja liberar las patentes), pues la inmunización exige una escala global. Lo que interesa no es la compra nacional de vacunas, sino el servicio universal de vacunación, que debería liderar la OMS, a escala interestatal.

Un último aspecto y principal. La vacuna (como otros tantos medicamentos) no es un producto más y su capacidad de aportar salud y estabilidad económica no puede ser desconocida. Por ello, conviene, en su adquisición, una nueva cultura que preserve la predictibilidad (no puede desconocerse la complejidad de producción de ciertos medicamentos y en especial de las vacunas) y que atienda al valor, y no al precio más bajo, como elemento de decisión. El ahorro en la compra de servicios y suministros sanitarios debe contribuir a mantener e incluso a ampliar la cobertura, no a erosionar su calidad y sostenibilidad. La experiencia de la adquisición de vacunas para inmunizar a la población frente a la covid-19 debe servir de reflexión sobre la conveniencia de aplicar los principios de tensión competitiva de la contratación pública ‘ordinaria’ en un mercado como el de los medicamentos y las vacunas.

Promoviendo la investigación, la colaboración público-privada, la cooperación internacional y nuevos criterios en la adquisición de productos sanitarios

Por ello urge superar visiones economicistas y prejuicios ideológicos que ponen el acento en el precio como elemento principal o en cuestionar el rol de la empresa privada. Hoy más que nunca la adquisición de salud, con vacunas, medicamentos o servicios de innovación tecnológica exige más planificación (para anticipar) y más cooperación pública (también privada). También pensar en valor (midiendo resultados de forma transparente). Esta relectura exige un cambio de mentalidad de los distintos actores implicados para abandonar la práctica del precio más bajo como factor determinante para avanzar hacia un modelo multi-criterio, apoyado en el valor, y multi-adjudicatario, donde la decisión final sobre qué vacuna comprar y cómo comprarla debe pivotar sobre la regla de la mejor atención al ciudadano/paciente (y nunca de ajuste presupuestario).

Los fondos europeos son la oportunidad para avanzar hacia este nuevo modelo.

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