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Cartas al director de HERALDO: 'Las páginas amarillas de aquellos viejos libros'

Foto de archivo de una librería
'Las páginas amarillas de aquellos viejos libros'
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'Las páginas amarillas de aquellos viejos libros'

A veces los libros te traen recuerdos, un momento, un lugar, una persona. 

Me pasa con la colección ‘Mil años de literatura’. Cuando éramos jóvenes mi marido la fue formando porque sabía que me gustaba leer. Cada semana con el periódico le daban un volumen. La integran ‘Fortunata y Jacinta’ o ‘Crimen y castigo’, entre otros clásicos. También conservo otra colección que se me quedó a medias, las ‘Obras completas’ de Agatha Christie. Llegué a conocer a esa autora por dos compañeras de instituto que me hablaban de los retorcidos casos resueltos impecablemente por Hércules Poirot. Otras lecturas que me llevan al corazón de mi infancia pertenecen a la ‘Bibliothèque verte’, que tiene una historia interesante. Después de la Segunda Guerra Mundial se imprimen los libros de esa colección con papel reciclado por algo relacionado con el Plan Marshall. Conservo cuatro libros de esa colección, de la serie ‘Alice’. Ella es una joven detective americana, el estereotipo de chica ideal del ‘american way of life’. Sus aventuras eran muy populares entre nosotras las niñas. Fueron escritas por una colectividad de escritoras americanas bajo el seudónimo de Caroline Quine. Los guardo como si fueran un tesoro junto a dos aventuras de Los Cinco, de Enid Blyton, de la ‘Bibliothèque rose’. Los Cinco eran la serie estrella entre el alumnado de la escuela primaria. Cuando podía, mi pobre madre, que no entendía muy bien mi afición por la lectura, me daba dinero para que me comprara un libro, y recuerdo la inmensa felicidad que me embargaba entonces. Hoy, al contemplar esas páginas amarillentas, me gusta recordar las horas que pasaba leyendo aquellas estupendas aventuras. Cuanto más pasa el tiempo más apego les tengo a esos viejos libros y estoy de acuerdo con ese tópico un poco gastado: el mejor regalo es un libro.

Sonia Santibáñez Mombiela. ZARAGOZA

'Gatos en la ciudad'

El gato es al espacio como el perro al dueño, el felino hace suyo el medio en el que vive, es territorial. Zaragoza cuenta con el proyecto CES (captura, esterilización y suelta del felino en su colonia original) desde hace casi diez años. Los gatos son una población esterilizada y desparasitada, controlada, alimentada y medicada por un voluntariado generoso y compasivo. Mucho tiempo invertido, dinero y amor por los animales en diferentes colonias que el Ayuntamiento está encargado de proteger. Cuando se genera un conflicto por la ocupación de los terrenos en los que hay colonias CES el Ayuntamiento interviene y, si no hay diálogo con el voluntariado, como es el caso de la colonia que está en el parque Pignatelli, surge el problema. Si el Ayuntamiento no permite alimentar y medicar a los gatos de la colonia, a quienes el voluntariado llama por su nombre, es cuando se origina el drama. Los gatos no son objetos que pueden trasladarse sin más, y menos a un solar semidesértico como el propuesto por el Ayuntamiento, sin una forma fácil de acceso. El voluntariado hace lo inimaginable para que los gatos convivan con el ser humano sin problema, acompañándonos en una urbe como Zaragoza, haciéndola más amable y hermosa.

M.ª Luisa Aznar Pina. ZARAGOZA

'¿Secuaces?'

Leo la opinión de Chaime Marcuello del jueves 10 de junio y decido mostrar mi repulsa por el desprecio con que arroja a una parte de la población nada desdeñable, y por el análisis tan poco afortunado que a mi juicio hace. ‘Secuaz’, según el Diccionario es una palabra despectiva dedicada a una persona sin voluntad que obedece ciegamente a otra. La he visto también utilizada para los forajidos del salvaje oeste. Da igual a qué acepción se refiera el señor Marcuello. Ambas, inaceptables. En su artículo se la dedica a los diputados y votantes de Podemos, y no sé si también de Unidas Podemos. Es posible que también se la dedique a los de Vox, pero aquí solo parece sobreentenderse. Esos adjetivos ‘descalificativos’ suelen ser la excusa que utilizan los modernos vándalos para atacar y asediar a personas y grupos que no les gustan. No acuso al señor Marcuello de tener esa intención, pero, profesor titular del Departamento de Psicología y Sociología como es, debe saber que esas frases son el aliento de los cafres. Debería tener más cuidado con su utilización. Le parece mal también, al señor Marcuello, que en Teruel voten a Teruel Existe. Al parecer, le rompen los esquemas de su concepción de la democracia. No se da cuenta de que esos desplazamientos del voto no son la causa, no son el problema. Son la consecuencia de que los partidos tanto tiempo mayoritarios no han dado solución aceptable a una parte muy importante de la población. Y esa población descontenta canaliza hoy hacia otras opciones su voto.

José María Martínez Marco. ZARAGOZA

'Ante el vandalismo'

Una era construye ciudades; una hora las destruye. Proverbio de Séneca que sirve ante la falta de respeto a lo ajeno por parte de algunos mal llamados ciudadanos. Personajes que desconocen que no se debe vandalizar lo que es de todos. Devalúa la ciudad y deprime a quienes la amamos. Quema sistemática de contenedores que prenden junto a fachadas, con peligro incluso para los vecinos, escaparates o vehículos, pintadas en las antípodas del arte, sea en inmuebles protegidos, bienes de interés cultural o cualquier pared. Comportamientos incívicos que deterioran nuestro patrimonio, sumado al coste millonario que conlleva reponer y limpiar cuanto se quema y ensucia. En ese desprecio a lo que es de todos, le ha tocado el turno a la recién inaugurada plaza de Santa Engracia. Han sido arrancadas y pisoteadas decenas de plantas y flores de los parterres. Destructivo acto sobre algo tan pequeño pero lleno de belleza. Cambiar esa conducta antisocial es deber de toda la ciudadanía. A través de la escuela, la familia o de nuestro grupo de amigos, factores que pueden evitar el vandalismo y proteger a las personas.

Daniel Gallardo Marín. GARRAPINILLOS (Zaragoza)

'Desde el octavo piso'

Desde la azotea de una casa de ocho pisos veo un mar de tejados en un laberinto de calles. Torres de catedrales e iglesias, campanarios, la historia de una capital imperial que fue reino de Aragón en España. Observo los tejados de barro rojizo y ocre desteñido. Nidos de golondrinas en su estival presencia, matraqueo áspero de picarazas en su reclamo, zureo de palomas, gorriones despistados. Antenas diversas, gatos paseando. Mi curiosidad se fija en unas placas dirigidas al sol, placas solares, que rompen el paisaje de una ciudad bimilenaria. Palmeras de plástico en las terrazas que hacen sombra a unas tumbonas alrededor de una piscina acristalada. Recuerdo a mi abuela tendiendo sábanas mecidas por el viento en su azotea. Hoy las placas solares ocupan el universo de una ciudad vista desde arriba.

Pilar Valero Capilla. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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