Inocente

Opinión
'Inocente'
Pixabay

Al fin pude asistir en compañía de mi cuerpo a una conferencia, en un salón de actos, sin mediar pantalla alguna. 

Ni siquiera tuve que soportar la típica presentación con diapositivas que desde hace dos décadas arrasa indiscriminadamente todo acto académico. Sin más recurso que la inmediata desnudez del discurso oral, bajo el título ‘Desobedecer al Apocalipsis’, la filósofa Marina Garcés sostuvo la urgencia de un "pensamiento crítico" que haga frente a la muy extendida doctrina según la cual el desastre es inevitable y solo cabe el "sálvese quien pueda".

Mientras atendía a tales razones, que a mí me hablaban de pandemias, injusticias y hambrunas, de totalitarismo, terror y guerra, y de un planeta inhabitable, corroboré que es grato compartir ideas sobre el colapso del mundo, siempre que se den dos condiciones. La primera, que las teorías sean sublimes y elevadas, a suficiente distancia del infortunio concreto e individualizado, que, además de molesto, es el árbol que no deja ver el bosque. La segunda condición consiste en atribuir las calamidades a entes como el sistema, el mercado, el capitalismo, la vieja política, o el consumismo.

Y ambas condiciones se cumplieron. Por si acaso, la filósofa afirmó que la ciudadanía actual tiene más información que nunca, pero carece de instrumentos para actuar y mejorar las cosas, dejando claro que tampoco aquella mañana el culpable estaba en la sala. De modo que, celebrada y aplaudida la conferencia que tanto había alimentado mi espíritu, regresé a mi inocente existencia, a una hora propicia para nutrir mi cuerpo con deleite.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión