La vacunación de los trabajadores hortofrutícolas ha comenzado en Aragón. 

En una semana, se prevé administrar 2.500 dosis en las cinco comarcas en las que arranca la campaña de recogida de la fruta. La DGA logra así un doble objetivo en dos materias de la máxima prioridad. Primero, proteger contra la covid al colectivo que lleva a cabo buena parte de la recolección y evitar, de paso, que ocurra lo mismo que el año pasado, cuando las tareas de recogida dieron pie a una propagación que saltó de las zonas rurales hasta la ciudad de Zaragoza. Segundo, generar confianza en uno de los sectores más relevantes de la economía aragonesa, el agroindustrial. Ahora, no obstante, hay que extremar las labores de vigilancia sanitaria porque se trata de personas con gran movilidad.

Las autoridades aragonesas son conscientes de que no pueden volver a cometerse los errores registrados el pasado verano con la espiral de contagios por el desplazamiento de unos 15.000 temporeros, una parte sin alojamiento ni control sanitario. Con todo el sentido, se proponen llegar con la inmunización a todos los trabajadores de la recolección y distribución. Esto exigirá un esfuerzo de coordinación y vigilancia porque son constantes los movimientos entre fincas, entre pueblos y entre los alojamientos de los días laborales y el fin de semana. La vacunación es el mejor dispositivo de seguridad, pero ya es sabido que no cabe bajar la guardia porque una persona inmunizada puede seguir contagiando.

El sector agrario, que es prioritario en Aragón tanto como generador de riqueza y empleo como por abastecer de alimentos de calidad a la ciudadanía, requiere la máxima atención por parte de las administraciones. Por eso también es necesario el control de las medidas de seguridad y salubridad tanto en los centros de trabajo como en los alojamientos y el transporte.