Opinión
'Esqueje'
Pixabay

He comprado dos geranios para mi terraza, uno rojo y otro fucsia. 

Tenía que rellenar el hueco de un viejo geranio que se heló durante la borrasca Filomena. No fue la única baja entre mis macetas, pero esta me dio más pena porque había sobrevivido a sequías, tormentas y vendavales como los cactus más aguerridos. Sus flores casi permanentes eran de un rojo rabioso tan intenso que parecían farolillos encendidos cuando la oscuridad se adueñaba de todo. A mi amigo Javier también le gustaba ese geranio y le di un esqueje que enseguida prosperó. Hace más de un año que Javier murió. Eso fue justo antes de la pandemia. Siempre hay un antes y un después. No sé si el geranio rabioso seguirá en la terraza del piso que sus hijas vendieron tras su muerte. Me habría gustado recuperar un esqueje del esqueje, pero eso ya no podrá ser. Hay huecos que nunca se llenan.

Mi nuevo geranio rojo no se parece a su predecesor. Es más oscuro y no brilla tanto. El de color fucsia, que compré por comprar, me parece ahora preciosísimo, una especie de regalo inesperado. Decido no trasplantarlo de momento para ver qué tal se adapta a su nuevo entorno. Tampoco tengo mucho ánimo. El brazo izquierdo me duele a causa de la vacuna y tal vez por eso ando alicaída del ala izquierda. Me acuerdo de los que ya no están. Mi primo Alfredo me envía un mensaje de voz muy gracioso y me hace reír. Hago fotos de mis macetas y de los buitres que planean por las alturas. Con la vista fija en el horizonte borrascoso intento remontar el vuelo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión