Por
  • Carmen Herrando Cugota

¿Descender otro peldaño?

Manifestación en contra de la Ley que regula la eutanasia
'¿Descender otro peldaño?'
Zipi

Pensar en la muerte es tarea obligada; Platón afirmó que filosofar es aprender a morir, y Montaigne entendía la premeditación sobre la muerte como premeditación de libertad.

Las grandes tradiciones así lo vieron. Si, porque es vida, la vida está abocada a la muerte, es obvio que hay que cuidar el vivir para cuidar también el morir. Y centrarse en el cuidado, en el sostenimiento, en el amparo del otro, contando, desde luego, con el desconcierto que siempre es y será la muerte, pues en todo ser humano palpita un anhelo profundo de vida.

En su ‘Moral para médicos’, Nietzsche ve al enfermo como un "parásito de la sociedad"; inoculó así el mal de esta querencia por la muerte, tan extendido en nuestros días. Probablemente Nietzsche se acogía a la virtud griega de la ‘apathéia’, un estado de no alteración o de impasibilidad ante el otro; pero ningún médico, ningún enfermero, ningún sanitario que se precie de serlo, podría admitir tal cosa sin deshumanizar gravemente su profesión y su trabajo. El enfermo no es un parásito, sino alguien cuya vida ‘se tambalea’, que no está firme (‘infirmus’ significa sin firmeza, que no se sostiene de pie), alguien que padece (de ahí la palabra ‘paciente’) en su cuerpo y en su espíritu. Por eso, la compasión es el primer valor de los cuidadores; compasión o sentir en uno mismo el mal ajeno. O, por mejor decir, empatía, tal como la entendía la filósofa –y después víctima en Auschwitz– Edith Stein. En su tesis doctoral sobre la empatía, defendida en 1916 y realizada bajo la dirección de Husserl, comprende esta virtud como captación de las vivencias ajenas, como capacidad para experimentar en uno mismo lo que sienten otras personas.

Ojalá ningún enfermo terminal llegase a pedir la muerte, sino tan solo que desaparezcan el dolor, la ansiedad y el desasosiego

A pesar de la deshumanización en tantos aspectos, hoy se extiende entre nosotros la buena costumbre de intentar ponerse en el lugar del otro. Por eso la impasibilidad nietzscheana no es sino para individualistas carentes de la mínima empatía. La crisis sanitaria en la que seguimos inmersos nos ha enseñado mucho sobre la necesidad de mirar y amparar al otro. Y la empatía y la compasión relumbran en el delicado oficio de cuidar. Cuidar: cuidar con entrañas y acompañar en el cuidado. Ojalá ningún enfermo terminal llegase a pedir la muerte, sino tan solo que desaparezcan el dolor, la ansiedad y el desasosiego en el proceso final de su enfermedad, y poder acabar sus días con sosiego, junto a los suyos, sabiendo que el morir nos ha de llegar a todos como la coronación o el simple final de toda una vida.

Es lo que pide el sentido común, y lo que inspira cualquier entraña de humanidad. También lo que proponen los cuidados paliativos, que la OMS define como "cuidado activo total de pacientes cuya enfermedad no responde al tratamiento". La OMS recalca la importancia de controlar el dolor y otros síntomas, y tiene en cuenta los problemas psicológicos, sociales y espirituales que el paciente pueda padecer, considerando a la vez la situación de su familia. Unos buenos cuidados paliativos tendrían que hacer que el paciente se sintiese tan acompañado y cuidado, que ni se pasase por su cabeza cualquier atisbo de pensamiento orientado a abandonar la vida antes de hora: su dolor está aliviado y en su cuidado quedan integrados los principales aspectos psicológicos y espirituales de esta última fase de la vida. Esta sería la verdadera ‘eu-tanasia’ o ‘buena muerte’.

En nombre del progreso, la muerte le es arrebatada al hombre y deja así de contar como pregunta esencial que se viene haciendo desde siempre. No deberíamos permitirlo, como habría que evitar que la muerte se torne una suerte de "accidente semiótico", como decía Paul de Man denunciando tal desvirtuación de su esencia.

Apenas se ha dado debate público en torno a la Ley de regulación de la eutanasia, que pronto estará vigente. ¿Era un clamor social su implantación, como indica el preámbulo del texto legal? ¿No será que cuesta reconocer que tenemos miedo a afrontar la ancianidad y la muerte?

La generalización de los cuidados paliativos promovería una tradición moral en la que cuidar forma parte de nuestro quehacer

Unos cuidados paliativos que lleguen a cada rincón de nuestra tierra podrían compensar la situación presente; su generalización seguirá promoviendo una tradición moral en la que cuidar forme parte de nuestro quehacer cotidiano. Ojalá nos apliquemos a ello; dejaríamos así de descender peldaños…

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