Dos mil folios

Pedro Sánchez durante la presentación del Plan de Recuperación en Zaragoza.
Pedro Sánchez durante la presentación del Plan de Recuperación en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Dos mil folios.

Sí, dos mil folios nada menos han sido necesarios para que el Gobierno español se explicase ante Bruselas y le trasladase, casi ‘in extremis’, el plan de recuperación que contempla nuestro Ejecutivo para merecer esos tan pregonados dineros que han de venir de Europa un poco con cuentagotas, cosa que no se dice con claridad, y siempre que pasemos el examen del funcionariado de la Comisión, que deberá dar el visto bueno y aceptar, en su caso, las propuestas del Gobierno de España.

Me dice un amigo que trabaja en Bruselas para la Unión Europea que están horrorizados por el mamotreto que les ha caído encima y que tienen que leerse, entender e interpretar. Parece que hay mucha literatura, mucho corta y pega y mucha indefinición. La verdad es que tragarse un informe de dos mil páginas va contra toda lógica y contra el sentido común, aunque todo es posible en Bruselas, donde ha habido largas y curiosas discusiones de altísimo nivel para determinar la curvatura de los pepinos, que deberán observar cuidadosamente los cultivadores europeos de la cucurbitácea. ¿Han probado a leer dos mil páginas profundizando mínimamente en el contenido, tomando notas, haciendo comprobaciones, etcétera? Quiero pensar que los redactores habrán confeccionado un resumen ejecutivo de muy pocas páginas para acompañar, como anexo, ese volumen inconmensurable de literatura barata y muy administrativa.

El documento del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que el
Gobierno español ha enviado a Bruselas para solicitar los famosos fondos europeos se extiende por dos mil folios, pero ni aun así está claro que vaya a servir para algo

Pues bien, ese ingente informe que nos ocultó a los españoles el Gobierno para evitar una verdadera catástrofe en las elecciones madrileñas, resulta que plantea la subida de muchos de los impuestos actuales y la creación de otros nuevos y verdaderamente originales, porque ya no saben de dónde sacar el dinero que se necesita para tapar tantos agujeros. Por cierto que una de las vicepresidentas se ha despachado tachando de errata lo relativo a la supresión de la desgravación por tributación conjunta, en cuanto han visto que era algo muy impopular. Ahora toca esperar a que en Bruselas digieran el libraco y nos digan si, cuándo y cómo nos van a soltar algunos euros de los que tanto presume a diario nuestro presidente.

Dicen quienes se han asomado a esos dos mil folios que, amén de otras posibles erratas de mayor o grueso calibre que no tardará alguna ministra en advertir, no se dice ni pío de la intención gubernamental de reducir los gastos, que es otra de las posibilidades de mejorar y equilibrar nuestras cuentas. El despilfarro que se gasta este Gobierno no tiene parangón en Europa, pero de ahí al parecer no hay nada que decir. Mantener tanto ministerio inútil y ocioso, tanto aparato administrativo tan poco productivo, tanto gasto suntuario e innecesario, tanta burocracia, tanto chiringuito de amigotes es algo que seguramente no van a ver con buenos ojos nuestros analistas de la Comisión Europea. Espero que nos den algún tirón de orejas, quiero decir al Gobierno, y nos hablen de una condicionalidad más rigurosa.

Lo malo es que tanto los errores como las erratas las vamos a pagar todos nosotros, mientras el Gobierno se justifica, se da autobombo y se ausenta. Como es habitual.

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